
Un escritor y editor cordobés radicado en Eldorado, Misiones
Por Rubén Omar Scollo
Muchos escritores a más de ser ignotos, son quienes elaboran brillantes narrativas, poemas sensibles, ensayos donde las sociedades se ven reflejadas en las descripciones que encierran esos eslabones enchapados en oro, que muchas veces son invisibles al público masivo.
Juan Carlos Magliano, nacido un tercer día, del tercer mes del año 1960 en Córdoba Capital, es uno de esos literatos ricos en conocimientos, de vastedad moral , lector empedernido de obras clásicas, de autores actuales y editor de creaciones. Su infancia transcurrió hasta los 13 años, entre su ciudad natal y la ciudad de Dean Funes en el noroeste provincial.
Cursó estudios primarios en el Colegio Gabriel Taborín y su secundario en el Colegio Nacional Monserrat. Graduado de geólogo en 1986, profesión que desarrolló durante un tiempo breve– hoy lo realiza de manera esporádica – debido a que como él nos comenta: “mis preferencias estaban también ligadas a los medios de prensa. Y en verdad, un tiempo después de haber egresado en la Universidad Nacional de Córdoba (con la titulación citada), comencé a transitar el camino del periodismo”.
No obstante Magliano, con total ironía aclara que “existen algunos colegas que cuando los denominan periodistas, reniegan de serlo amparándose en la consideración de saberse trabajadores de prensa”. Desde el año 1998 se encuentra radicado en Misiones, primero en Puerto Libertad, hasta que en el año 1990 se instala definitivamente en Eldorado, a excepción de un breve período, en el que regresó a Córdoba para estar solamente durante un año.
Este escritor diletante desde muy pequeño tiene tres libros editados: “Cuentos Propios, Canciones Prestadas” (cuentos - 2010); “Incielo” (poesía - 2012) y “El hilo rojo” (poemas 2014).Libros a los que el propio autor define como “especiales y únicos, al menos desde mi percepción”.
Actualmente, están esperando el turno para poder ver el sol, las obras: “Bonsai” (poesía breve); “Un monolito en las sierras” (Novela); “Cuentos inservibles” (narrativa); y “Esta soledad es hija de una altura equivocada” (frase extraída de un poema de su poeta preferido Pedro Casariego. “Claro que para este año tengo previsto la edición de “Un monolito en las sierras” y una recopilación de artículos de opinión escritos a lo largo de los últimos 17 años”, aclara.
Pero la vida de Juan Carlos, va de la mano de la cuasi filantropía, ya que desde el 2012 tiene una editorial independiente, dedicada a la “visibilización” de terceros con ediciones limitadas en su cantidad de ejemplares. “Lo normal en una editorial pequeña es editar mínimamente unas100 unidades, mientras que la tirada promedio de mi humilde emprendimiento es de 50 libros. Incluso muchas de las ediciones son sólo de 30. La idea es que el autor, para poder promocionar su obra, pueda hacer pocos ejemplares e ir renovando el stock a medida que se le vaya agotando”.
Mediante este sistema vieron la luz, hasta el momento, 109 libros. La tirada mayor fue de 500 ejemplares, y la menor de 30, pero a menudo con una nueva edición.
Este autor cordobés de claridad conceptual y de un lenguaje más que depurado, pertenece al movimiento literario que se desarrolla en ese rincón del noreste de nuestro país, denominado “Demente Azul”. Allí en esos espacios culturales y donde se realiza la difusión de noveles escritores, hasta antes de la pandemia, se reunían con asiduidad para generar debates sobre todo lo concerniente a visiones realistas poéticas o para darle forma a pensamientos “mágicos”.
Actualmente alterna su trabajo en una emisora misionera, junto a escritos periodísticos y sus vuelos repletos de literatura propia y de otros ignotos buenos literatos.
Para el cierre vale citar sólo tres estrofas de su rica poesía y de su libro “Incielo” En el mismo el poema “Infierno”, expresa : Cuando mires alrededor buscando respuestas/ las encuentres y no sean las que esperas/ supondrás que el infierno está aquí en la tierra. /Cuando deambules sin rumbo por las calles desiertas/ esquivando rostros tan ajados como el tuyo/ cansados de sonreír absurda e inútilmente/ juzgarás que el infierno está aquí en la tierra/ Cuando tus manos cansadas de palpar el aire sólo/ encuentren mas aire que tocar/ y tus pulmones no logren capturar la brisa que tus manos rechazan; entonces creerás que el infierno está aquí, en la tierra…