Alguna vez fui delgada...
En mi trabajo y en la vida siempre estoy rodeada de mujeres fuertes, con deseos de crecer, de autoconocerse y evolucionar, de lograr objetivos, cumplir metas y concretar sueños. A diario me reúno con mujeres que aman lo que hacen y sino, sienten que ya es momento de realizar el cambio en sus vidas.
Siempre digo que nuestra energía es tan fuerte, pero sobretodo parecida que por más que no queramos el viento nos amontona.
Venimos evolucionando muchísimo en tanto temas, que es sorprendente de lo que somos capaces, como seres humanos y como mujeres. Las redes son infinitas, las fuerzas son incomparables, pero en muchas ocasiones aparece un tema recurrente, la delgadez.
En el libro “Historia de la Belleza”, Dominique Paquet explica como a finales del siglo XIX los avances tecnológicos y medicinales, favorecieron a la creación de productos cosméticos y farmacéuticos, dando espacio a una nueva etapa para la mujer en cuanto a sus cuidados personales y a la libertad de mostrar un poco más su cuerpo, que en este momento comienza a verse más musculoso, con el vientre plano dejando atrás a la belleza de las mujeres burguesas de 1870, que mostraban cuerpos redondeados, brazos rollizos mostrando una mujer blanda y graciosa que tiene por prioridad el bienestar de sus maridos e hijos. Y es así, como surge una explosión de la prensa femenina sobre el cuerpo atlético, los cuidados, la moda y belleza de la mujer.
Se preguntarán porqué explico esto, lo hago porque debemos entender donde y cuando surgió el concepto de delgadez, que hace mucho tiempo viene siendo un tema que trae disparidades, por un lado la exigencia social y por el otro, una conciencia un poco más elevada de la salud, pero que aún no deja de romper autoestimas por el mundo.
Sabemos la importancia de una buena nutrición, de la elección en la calidad de los productos que consumimos, que el ejercicio es bueno, que el agua nos aporta tanto. Hoy tenemos la información en nuestras manos, cada vez hay más conciencia de lo saludable o no. Pero a veces la voluntad nos juega una mala pasada. Y es en ese momento que escucho a mujeres diciendo, alguna vez fui delgada y ahora no puedo. Por momentos parece que ser delgada es una exigencia, o una escalera con peldaños que se agregan constantemente e imposibilita la llegada a la cima o ya en ella, cuesta permanecer.
Llevo la bandera de la belleza interior reflejada en el exterior, de pulir nuestra imagen, ser la mejor carta de presentación frente a nuestro espejo y al mundo, sin embargo aliento a que las mujeres dejen de ver las fotos del pasado con nostalgia, con lo que fue y pudo haber sido. Esta es la realidad que debemos abrazar, mujeres que levantan banderas importantísimas, que van creciendo y aumentando su poder, mujeres que tal vez descuidaron un poco su cuerpo porque orgullosamente estuvieron ocupadas de asuntos que hoy las hacen ser quienes son.