Un volcán que supo perdonar a una familia siciliana
Leyenda siciliana sobre el poderoso volcán Etna
Por Rubén O. Scollo
En el aniversario de la cultura y la inmigración de Italia hacia la Argentina, no hay que dejar pasar por alto que los peninsulares, tienen una tierra muy rica en leyendas. La bella Sicilia, una región de la Italia insular, que además supone la séptima mayor isla europea por dimensiones; es centro neurálgico de la preciosa y emotiva leyenda de Anfipione y Anapia.
Estos hermanos vivían felices con sus padres, que aunque eran ya mayores, se desvivían por ellos. La familia convivía sobre la falda del Monte Etna, en una preciosa casa ubicada en tierra fértil. Así, esas pequeñas tierras que rodeaban su morada, les regalaban dos cosechas al año, más que suficiente para llevar una vida tranquila.
Cierta noche, cuando todos dormían, el volcán desplegó toda su potencia. Los lugareños del valle comenzaron a correr escapando de sus casas, pues las detonaciones volcánicas se presentaban como un peligro inminente hacia sus vidas. Al alba, un espeso humo negro cubrió el cielo oscureciendo completamente el sol, tras esto, del cráter comenzaron a saltar lenguas de lava encendida que recorrían velozmente la tierra.Los hermanos, buscaron corriendo a sus padres para salir huyendo de ese infierno. El problema es que sus padres ya estaban mayores, por lo que tras correr unos metros imploraron a sus hijos que los dejaran allí y se salvaran ellos.
Anfipione y Anapia podían ver como el paso de la lava lo destruía todo. Las casas caían, las plantas ardían y la lava conseguía convertirlo todo en un desierto de piedra. Aun así, los hermanos no hicieron caso a las súplicas de sus padres y los cargaron a sus espaldas comenzando a correr por el camino. Desafortunadamente la lava era mucho más rápida que ellos, algo que sus padres veían alarmados. Volvieron a implorar a los hermanos que los dejaran ahí y que salvaran sus vidas. No obstante, los jóvenes parecían no entrar en razón. Sólo querían salvar a sus padres.
Parecía que ya no había salvación. El torrente de lava los alcanzaba. Así pues, simplemente se abrazaron fuertemente todos, esperando a que el fin llegara. No obstante, ante esta prueba de amor el fuego pareció cobrar vida, pues respetó a esta pequeña y unida familia. El torrente de lava, justo cuando llego a la altura de los cuatro, se dividió, quedando así la familia completamente ilesa.
Todos los sicilianos que anidan en las cercanías del volcán insisten por estos días, que esos hermanos héroes, no sólo les ganaron a la naturaleza, sino que estaban bendecidos por la Virgen, por Jesucristo y por Dios