
Leyendas indígenas de la Argentina: “El Bamba”, Ansenuza y las historias sureñas
Por Rubén Omar Scollo
En el caso del “indio Bamba”, el infortunio, la prepotencia de los poderosos y el amor desarticulado, lo acompañaron durante su vida. La Diosa Ansenuza refugiada en su enorme laguna era amada hasta que el verdadero amor tocó su puerta. Y ese amor se fue convertido en flamenco, a su pesar, las lágrimas de la bella dueña del lugar, poblaron las aguas de una salinidad que hasta la fecha persiste.
Las leyendas, no son sólo leyendas. Detrás de cada una de ellas, escondida en sus “voces”, anidan desde sentimientos no correspondidos, amores truncos, altercados, luchas, peleas, hasta llegar a enseñarnos a través de esas historias que pululan de boca en boca, las realidades por las que atraviesan los humanos. Esperamos y creemos que la naturaleza (castigada por estos días), siempre puede regalarnos circunstancias y emociones teñidas de verdades, aunque también de seres de la mitología que nos llevan al plano de la imaginación.
Para el caso, esta leyenda mapuche encierra una pelea desatada entre los hijos de dos personas enemistadas; y en verdad, no deja de atravesar el umbral de la ternura. Es que la historia que parte de estas líneas es denominada tanto en Chile como en nuestra Patagonia como “la leyenda de Tren Tren Vichu” y “Cai Cai Vichu”.
Dos hijos de poderosos mortales son castigados y convertidos en animales. Tal fue lo sucedido con el heredero de Peripillán, que el joven fue transformado en la serpiente Cai Cai; aunque peor no le había ido al hijo de Antu, ya que su conversión derivó en otra serpiente: Trentren. Y la leyenda sostiene que como sus padres en vida fueron siempre enemigos, el destino de sus hijos llevaría esa particularidad, no obstante atrapados en cuerpos de animales. Para evitar enfrentamientos Cai Cai fue enviado a vivir al mar para que junto a los Ngen-Ko (espíritus del agua) cuidaran esa maravilla de la naturaleza.
A Trentén le tocó estar en la tierra junto con los otros Ngen. Y es de nuestro conocimiento que tanto en ese sector chileno como de este lado de la cordillera, los intensos y grandes lagos, el océano Pacífico; los enormes bosques y la belleza de todo el entorno merecieron y merecen del cuidado de los humanos (hechos que en la realidad se pasa por alto).
Esas serpientes según dicen, se habían llevado la voluntad de los antiguos espíritus mapuches. Las dos estuvieron sumidas en intensos sueños; luego de muchos años Cai Cai despertó castigando a los hombres por sus deshonestos comportamientos con las aguas. De allí que los condujo al fondo del mar. Los que quedaron en la superficie despertaron a Tren Tren, sabiendo de sus poderes y sabiduría. La serpiente de tierra rescató a los que estaban bajo el agua. A algunos los convirtió en pájaros que salieron volando y a otros, los transportó hacia las montañas.
Claro que Tren Tren también notó que los hombres al ser dañinos perjudicaban el ambiente, y su furia contra ellos hizo que los volcanes estallaran en erupciones. Pasaron décadas de luchas entre Cai Cai y Tren Tren, aunque las dos serpientes antes humanos, deseaban solamente proteger a su manera, los bellos paisajes donde estaban insertos…Del lado argentino, se cuenta la leyenda de otra forma, aseverando que las serpientes con sus padres originales terminan transformándose en los dioses Neguenechèn y Kueyen.
Leyendas o no, es un homenaje a un pueblo que vivió (ahora lo hacen sus descendientes) de un lado y del otro de la cordillera de los Andes. Ya las crónicas incaicas hacen referencias reales a los terribles combates y luchas sostenidas por los ejércitos de Túpac Inca Yupanqui, contra los mapuches (también denominados araucanos) entre las regiones de los ríos Aconcagua y Maipo.
Hoy se tiene según censos, la convicción que en Argentina existen unos treinta mil mapuches en las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut, La Pampa y Buenos Aires. Muchos de ellos son pastores de cabras u ovejas o se dedican a la agricultura. Del lado chileno son casi setecientos mil. Y conocidos son algunos actos de vandalismo de esta etnia, aunque quienes actúan con violencia no representan el sentir de un pueblo que fue guerrero pero que en la actualidad, desea vivir en paz. Como comentó unos de los referentes de este lado de la cordillera: “quienes cometen actos de vandalismo no nos representan”. Leyendas o no; peleas, luchas, conquistas, el ser humano es siempre “humano”… hasta con todos sus errores.