Hallazgo de importancia en Manzana de las Luces porteña con participación de investigador cordobés

Hallazgo de importancia en Manzana de las Luces porteña con participación de investigador cordobés

Inesperado descubrimiento antropológico en el patio de la Manzana de las Luces

Mientras se llevaban a cabo obras de restauración del edificio histórico se encontraron construcciones sanitarias de los siglos XVIII y XIX, además de restos de vajilla y objetos. Quien participó del hallazgo fue un destacado investigador del CONICET y profesor de FF y HH de la UNC, quien además fuera director del Museo de Antropología de Córdoba y docente en la Maestría de dicho campo. Se trata de Gustavo Blázquez, destacado antropólogo cordobés.

La historia puede surgir en cualquier punto. Algo así fue lo acontecido  durante la obra de restauración de la Manzana de las Luces, un edificio de 400 años de antigüedad vecino al Cabildo, que albergó las primeras sedes de instituciones como la Imprenta de Niños Expósitos, la Academia de Medicina y la Biblioteca Nacional. También, la Universidad de Buenos Aires, que funcionó allí durante 150 años. De la convergencia de organismos culturales y educativos surgió la idea de incluir la palabra “luces” en el nombre del complejo histórico.

A doscientos metros de la emblemática de Plaza de Mayo, en uno de los patios donde se trabajaba, surgieron elementos del pasado. Ese hecho se dio en la manzana que forman las calles Alsina, Moreno, Bolívar y Perú. Enterrados bajo los pisos de cerámicos, había construcciones sanitarias de los siglos XVIII y XIX. Se trata de un importante hallazgo arqueológico inesperado que cambió el destino de ese espacio: ya no será un simple patio con bancos sino un sitio de visita para el público, que podrá conocerlo dentro de un mes aproximadamente, cuando termine la tarea de clasificación de los objetos hallados por el equipo de arqueólogos y antropólogos del Ministerio de Cultura de la Nación.

Al levantar el piso para cambiarlo y colocar una rejilla de desagüe pluvial, se encontraron estructuras subterráneas del sistema cloacal en impecable estado: una cisterna de aljibe con un caño de plomo para la ventilación, un pozo ciego y una bóveda de quince metros de profundidad hacia donde iba el agua cuando funcionaba allí la Universidad, instalada en el edificio en 1821.

El histórico Cabildo con muestras del pasado encontradas bajo su piso

En esa  época se acostumbraba arrojar  la vajilla que ya no servía en los pozos ciegos, por ese motivo,  los investigadores continuaron con las excavaciones hasta hallar lo que esperaban: fragmentos de platos y vasijas, algunos de producción local y otros provenientes de Europa. En el recorrido para la prensa encabezado por el Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; la Secretaria Nacional de Patrimonio, Valeria González; la Directora Nacional de Museos, Marisa Baldasarre; el Director del Complejo Manzana de las Luces, el antropólogo Gustavo Blázquez; la arquitecta Patricia Cárcova, asesora del Ministerio, y la arqueóloga Sandra Guillermo, integrante del equipo a cargo de los hallazgos, se exhibieron algunas de las piezas, acompañadas de un código QR que permite acceder a un video que sintetiza la importancia histórica del descubrimiento.

La primera etapa del trabajo se centró también en los muros exteriores, las cubiertas y la azotea del edificio de la ex Procuraduría de las Misiones, construido en el siglo XVIII por los jesuitas. Como explicó Cárcova, antes de la obra, “el estado era crítico: llovía adentro de las salas”. Por una mala decisión en la década de 1970 (demoler dos pisos sin hacer luego una cubierta exterior como corresponde), la humedad se filtraba por los techos y fue necesario impermeabilizar todo. Por otra parte también siguen avanzando en la restauración de la Biblioteca Nacional. Para concretar la obra, el Ministerio de Cultura recibió una partida de más de tres millones de dólares, que ya había sido otorgada en la época en la que era una secretaría dependiente del Ministerio de Educación. El organismo de Naciones Unidas, UNOPS, fue el encargado de llamar a licitación para garantizar la transparencia de la operación.

La historia lleva a situaciones donde la denominada Casa Redituantes, fue mandada a construir por el virrey Vertiz con la idea de alquilar pequeñas viviendas y obtener de eso un rédito: de ahí, el nombre del espacio. “Fue un fracaso comercial”, aseguró Blázquez durante el recorrido. Al llegar a un pequeño patio, paso previo al ingreso a la Sala de Representantes, el director recordó un hecho trágico de la historia reciente: la Manzana de las Luces también fue escenario de la Noche de las Bastones Largos, en julio de 1966.

 “El último jueves de cada mes organizamos una tertulia con el escritor Pablo Pérez”, dijo Blázquez, que también contó que, para reconstruir varios de los espacios, tuvieron que recurrir al recuerdo de unos veinte ex alumnos de la UBA. Ante la falta de registro visual, los testimonios de Horacio Maratea, Víctor Ramos y Silvia Braslavsky, entre otros graduados de la universidad pública en aquella época, resultaron fundamentales.

“Es la primera vez que la Manzana de las Luces está dedicada ciento por ciento a funcionar como un museo”, aclaró Baldasarre. “Esto era un depósito de materiales, un edificio tomado, lleno de escombros, y un espacio privatizado”, agregó González, que detalló que en la azotea habían crecido plantas y yuyos de toda clase. Ahora hay un techo corredizo que permitirá el acceso para tareas de mantenimiento. Desde allí se ven los muros lindantes del Colegio Nacional de Buenos Aires y los indicios de los pisos demolidos. Según contó Blazquez, durante la cuarentena, con el edificio vacío, se oía de vez en cuando la música del piano de la Sala de Representantes. Una historia mítica de la Manzana de las Luces. (Fuente periodística Diario La Nación- agradecimiento a la periodista Natalia Blanc y a Gustavo Blázquez)