“Desapareció” una estancia Jesuítica en Santa Rosa de Calamuchita
“Desapareció” una estancia Jesuítica en Santa Rosa de Calamuchita

“Desapareció” una estancia Jesuítica en Santa Rosa de Calamuchita

Quienes visiten la Ciudad de Santa Rosa de Calamuchita podrán visitar el Calicanto Jesuítico; un lugar muy poco visitado por turistas pero de lindo paisaje e incalculable valor histórico

Es un recorrido que permite conocer más sobre la parte histórica de la influencia jesuítica en Córdoba.

El antiguo Calicanto es un puente acueducto que atraviesa el Arroyo Seco. Su nombre significa “amurallado” y consistía en seis acequias principales y un subsistema con alimentación múltiple que recorría 36 kilómetros y tomaba agua del río Santa Rosa.

Forma parte del camino hacia la sexta estancia jesuítica, denominada “De San Ignacio de los Ejercicios Espirituales de Calamuchita”, que se encuentra actualmente en territorios privados y de la que ya no quedan rastros.

Tal vez en otras épocas no se supo valorar el valor cultural de las Estancias Jesuíticas y la conocida como “San Ignacio” cerca de Calamuchita literalmente desapareció; por ende los cordobeses debemos disfrutar las que están puestas en valor como La Candelaria, Santa Catalina, Caroya y Jesús María.

La estancia de Calamuchita, se trató de la más grande de las estancias jesuíticas de Córdoba, con una superficie total de 120 leguas cuadradas, es decir unas 280 000 hectáreas; fue el terreno más grande que hayan tenido los jesuitas en Córdoba. Está ubicada en una planicie inclinada que se asoma al río Santa Rosa, y actualmente las ruinas del casco se ubican a mitad de camino entre las localidades de Santa Rosa de Calamuchita y Amboy; parte de las mismas forman parte de la localidad de San Ignacio.

Al parecer el plan era ambicioso: de acuerdo a un relevamiento aéreo y satelital del año 2007, la estancia incluía gran cantidad de canales y terrazas, suficientes para producir unas 250 toneladas de trigo y maíz; sin embargo, los registros de la estancia hablan de cosechas anuales de una tonelada y media. De hecho, la estancia fue dedicada casi exclusivamente a la explotación ganadera. ​

De acuerdo a una investigación, la estancia poseía también al menos un molino hidráulico para la molienda del grano, dos telares, una herrería y una carpintería. Se criaban allí unas 50 000 cabezas de ganado vacuno, y también la mitad de las mulas que se producían en el conjunto de las seis estancias jesuíticas.

La estancia cumplió sus funciones como sede principal de los Ejercicios Espirituales, sosteniéndose con el producto del trabajo de un número indeterminado de indígenas, 239 esclavos y arrendatarios blancos, hasta la expulsión de los jesuitas del Imperio Español de 1767. La estancia pasó a estar bajo el control de la Junta de Temporalidades, que no realizó su tasación hasta dos años más tarde, cuando muchos de los objetos de culto ya habían desaparecido; los tasadores la consideraron una construcción sencilla pero sólida y de grandes dimensiones.  Allí se contabilizaron 253 libros, y en la huerta se contaban 920 durazneros, 215 guindos, perales, membrilleros y nogales

En la aurora de la evangelización de estas tierras, los primeros pobladores del Río de la Plata solicitaron la venida de jesuitas, según escribía el mismo San Ignacio de Loyola (fundador de la Orden en 1539) Incluso uno de los jóvenes soldados que integró la expedición de Don Pedro de Mendoza, Primer Adelantado del Río de la Plata, ingresó después en la Compañía de Jesús y tuvo una destacada actuación. Los primeros jesuitas llegaron aquí en 1587.

La expulsión de los jesuitas de España de 1767 fue ordenada por el rey, Carlos III bajo la acusación de haber sido los instigadores de los motines populares del año anterior, conocidos con el nombre de Motín de Esquilache.

Paradoja de la historia de la humanidad, la orden católica más perseguida y hasta expulsada de territorios hoy es la orden a la que pertenece el Papa, el argentino Bergoglio; algo así como que la historia de la Iglesia puso a los Jesuitas en el lugar más alto.

El dibujo que ilustra esta nota es una Interpretación de la estancia de San Ignacio de Calamuchita realizada por el artista Frances  Bregas y Pujadas en 1957