Vicuña Mackenna… Una Ciudad Triste
Vicuña Mackenna… Una Ciudad Triste
Vicuña Mackenna… Una Ciudad Triste
Vicuña Mackenna… Una Ciudad Triste

Vicuña Mackenna… Una Ciudad Triste

Por Gerardo Bessone. Especial para CodigoCBA. Corresponsalía General Cabrera.

Estuve nuevamente en la ciudad de Vicuña Mackenna después del asesinato del Sacerdote Jorge Vaudagna; lo ideal era escribir esta nota como una crónica policial, pero en rigor de verdad preferí apelar a las sensaciones, quiero llevar al teclado lo que percibí tras charlar con muchos habitantes de la Ciudad del sur de nuestra Provincia tratando ser lo más objetivo posible.

Fue fácil charlar con mucha gente ya que como no soy conocido nadie sabía, o pocos sabían, que yo trabajo en medios de comunicación y de esa manera resulta más fácil que me hablen con el corazón.

El crimen del Sacerdote caló hondo en la comunidad y a pesar de que ya pasaron casi dos semanas la sensación que me llevé es que la Ciudad está triste y eso va más allá de la creencia religiosa de cada uno, todos están tristes. Apenas se entabla dialogo con cualquier vecino el tema de este crimen surge sólo, sin forzarlo en la charla.

Lo más impactante es recorrer la trágica manzana de la Parroquia San José; las coronas con flores se marchitaron en la puerta de la Iglesia pero nadie las sacó, los niños pegaron carteles en las puertas del templo con dibujos y mensajes, el más impactante es el mensaje de los chicos de la Promo 2020 del colegio que el propio Sacerdote fundó “Agradecidos eternamente por fundar el lugar donde nos conocimos”; los carteles impresos en simples impresoras con frases pidiendo Justicia se esparcen por toda la cuadra.

Di tímidamente la vuelta a la manzana, quería pasar una vez más por el garaje ubicado en el lado opuesto a la Parroquia; el portón verde y la camioneta en su interior siguen allí los mudos testigos presenciales de los trágicos acontecimientos.

Vicuña Mackenna me brinda imágenes contradictorias; la gente habla de inseguridad, mientras por la ventana del Departamento donde me alojo por unos días,  veo a dos niños jugando en la vereda con espadas que los remontan a ser mágicos protagonistas de una serie de superhéroes; la clásica imagen de pueblo del interior tranquilo donde los niños pueden jugar en las veredas; ojalá nunca pierda esa magia y vuelva a ser la Ciudad tranquila que va quedando en el olvido.

La imagen de los niños jugando es sólo eso una imagen, porque al charlar con la gente uno vuelve a la realidad, a pasitos de una carnicería me cuentan que allí hubo un asalto a plena luz del día; y los vecinos me siguen sumando historias, una bicicleta  robada, un vidrio roto de una camioneta, y los relatos se suceden sumados a la preocupación por la salud de muchos jóvenes que caen en las drogas para nunca más salir de ellas.

Hace dos semanas muchos medios de comunicación menospreciaron  la multitudinaria movilización de vecinos pidiendo justicia, hasta un medio gráfico de Córdoba Capital habló de un simple puñado de vecinos, pero publicó fotos de otros medios, lo que demuestra que nadie se molestó de ir hasta Mackenna; y otros medios de la Región le dedicaron tres renglones a la protesta y una página completa a las palabras del jefe de Policía y de Ministros Provinciales hablando de soluciones; tal vez ignorando que una muerte no tiene solución la vida de una persona, albañil, cura o mendigo no tiene otra oportunidad.

Mackenna, una ciudad triste, donde la muerte del Cura Párroco desnudó una problemática latente, similar a grandes Ciudades… Ojalá pronto la Ciudad el sur, donde se siembra el maní en sus campos vuelva a sonreír y a disfrutar de los paseos en familia por la plaza, las vueltas en auto por la avenida principal y escuchar recitales de música los domingos frente al imponente edificio de la Vieja Estación del Ferrocarril.