
Talleres termina el torneo en zona de descenso y Fassi quiere cambiar los estatutos del club
Aldosivi se impuso este domingo como visitante por 3-0 ante San Martín de San Juan en un partido correspondiente a la última fecha de la fase regular del Torneo Apertura de la Liga Profesional de Fútbol.
Esto deja al finalizar la fase regular al club cordobés en la última posición siendo el peor equipo de la primera mitad del año después de San Martín de San Juan que descendería por el promedio. Si el torneo terminara hoy, Talleres descendería por ser el segundo peor equipo de la temporada.
Si bien Talleres le ganó en marzo pasado por penales la Supercopa Internacional a River, en lo que significó su primer título nacional en AFA, el equipo ya quedó fuera de la Copa de la Liga, de la Copa Argentina y perdió tres partidos en Copa Libertadores, donde también está un paso de la eliminación.
Por primera vez desde 2014, en que Fassi llegó a Talleres, en el último partido como local el equipo se fue abucheado del Estadio Mario Kempes al grito del “que se vayan todos” y las esquirlas de ese reclamo hicieron mella en la imagen del propio presidente.
Hasta el año pasado, Fassi tenía un apoyo monolítico, con un fuerte blindaje institucional y mediático. Hoy, es una incógnita. Según el presidente, sólo un 20% de hinchas cuestiona su modelo de conducción y los chicanea señalando que “solo insultan” y que “no tienen memoria” de dónde estaba el club hace 10 años.
Andrés Fassi, presidente del Club Atlético Talleres de Córdoba y poderoso empresario argentino-mejicano apodado “el zorro”, aceleró a fondo esta semana para lanzarse de lleno a la arena electoral de fin de año, con las cartas convenientemente marcadas de antemano para asegurarse un triunfo sin mayores contratiempos.
Pero no se trata de las elecciones legislativas generales de medio término, que se llevarán a cabo en octubre para renovar el Congreso, y para las cuales el nombre de Fassi también suena seguido como posible postulante libertario a diputado, a partir de su declamada sintonía ideológica con el presidente Javier Milei.
Antes que esa contienda partidaria, en la cual todavía no se anotó pero tampoco se bajó, Fassi tiene que atender su propia quinta: Talleres.
Allí afronta un doble desafío. Su mandato como presidente termina en noviembre y por estatuto del club no puede presentarse a un nuevo período; y ese frente institucional convive, como nunca antes, con el peor semestre deportivo del club en décadas.
Ya en 2017, Fassi modificó por primera vez el estatuto del club y puso condiciones leoninas, que no pasarían un mínimo control de legalidad democrática. Se blindó absolutamente, para que nadie lo incomode.
Así, para postularse a un cargo en Talleres hay que “tener experiencia directiva en instituciones, haber integrado órganos de gobierno del club y poseer avales de honorabilidad y solvencia”. Todos requisitos que controla y exige el propio oficialismo.
Pero hay más: para ser candidato a presidente o vice, hay que acreditar experiencia previa en algún órgano del club. Dicho de otro modo, tanto las nuevas autoridades o una eventual lista opositoras saldrían siempre, indefectiblemente, de filas del propio oficialismo.
El estatuto también sepultó la posibilidad de cualquier participación de los socios, sea para opinar o controlar la gestión.
Fassi creó una asamblea de 100 socios, integrada por familiares, amigos, asociados suyos, empleados y proveedores del club, a quienes no se les conoce la voz y ni siquiera la cara en muchos casos. Son aplaudidores seriales del presidente, que supuestamente representan la voluntad miles de socios y de un par de millones de hinchas.
Cristalizada esa estructura impenetrable, Fassi empezó desde 2017 a preparar para su sucesión a su sobrino Gerardo Moyano Cires, actual vicepresidente 1° del club. También incorporó recientemente a su hijo Sebastián Fassi, como vicepresidente deportivo.
Al parecer, ninguno de ellos estaría lo suficientemente maduro o con la confianza de Fassi para intentar sucederlo en el club. El presidente decidió ir él mismo por la reelección.
El juego de las diferencias con Chiqui Tapia
Fassi ya tuvo tres mandatos en el club y pretende dos más. La idea es un calco de lo que hizo su principal enemigo Claudio Chiqui Tapia en AFA, que en octubre pasado accedió a su tercer mandato, hasta 2028, y podrá tener dos más.
En esa misma línea, Fassi convocó a los 100 asambleístas, le anticipó su candidatura y que pretende barrer con la limitante a su postulación. Se descuenta una aprobación expeditiva de ese pedido.
Andrés Fassi y Claudio Chiqui Tapia, una guerra que se juega en la cancha del poder.
Como moneda de cambio, se especula que accederá a ampliar el número de asambleístas (¿a 150? y flexibilizar algunas condiciones para la presentación de otras listas.
Algo así como un Pacto de Olivos que le asegure la re-re-re, aunque sin consensuar nada con la oposición, ni con opinión de los socios. A las condiciones del nuevo estatuto las pone únicamente Fassi y sus 100 asambleístas las votan a libro cerrado. Todo por el objetivo supremo de seguir en club.
Los 75.000 socios de Talleres no tienen otra alternativa que mirar desde afuera, con la ñata contra el vidrio. El dueño real de la institución, sigue mandando a voluntad. Muy, pero muy parecido a lo que ocurre en AFA.