Historias de ídolos del fútbol cordobés: Héctor Ártico
Historias de ídolos del fútbol cordobés: Héctor Ártico
Historias de ídolos del fútbol cordobés: Héctor Ártico

Historias de ídolos del fútbol cordobés: Héctor Ártico

 

Héctor Ártico, de Caroya a la primera de Talleres, Belgrano y River

Héctor Oscar Ártico (Colonia Caroya, Córdoba; 24 de abril de 1949) es un exfutbolista argentino. Jugaba como mediocampista central, aunque también podía desempeñarse como marcador central. Puede decirse que  Talleres de Córdoba pudo capitalizar los “servicios” de un jugador polifuncional desde sus inicios y su último club antes de retirarse fue Defensores Unidos.

Lo apodaban El Gringo y hasta su retirada deportiva que se produjo en el año 1986 un 14 de junio, el mediocampista aunque a su vez rindió como defensor convirtió no muchos goles pero algunos de ellos puede afirmarse, fueron determinantes. En 388 encuentros 20 veces se tuteó con la red rival.

En este orden alternó titularidad en los clubes de nuestro medio : Talleres (C) (1970); Belgrano (1971); Talleres (C) (1972-74); River Plate (1975-77); Vélez Sarsfield (1978);Estudiantes de La Plata (1979-80);Unión (SF) (1981); Talleres (C) (1982); Tigre (1983-85), hasta su retiro en el equipo del ascenso Defensores Unidos de Zárate.

Entre los título obtenidos por Ártico figuran: un Campeonato Metropolitano y otro Nacional. Es recordado por la campaña que hizo con River Plate en el Torneo Metropolitano 1975, en el que se consagró como titular indiscutido y conquistó el título con su equipo.

Proveniente de El Porvenir de Colonia Caroya, su arribo se dio para la temporada de 1969. Como sucedía con prácticamente todos los jugadores que llegaban del interior, Héctor Ártico lo hizo en carácter de prueba. Tras destacarse en los entrenamientos, el técnico Hipólito Toledo lo puso de titular en el equipo que enfrentó a General Paz Juniors (victoria por 2 a 1) en el tercer cotejo preparatorio del año.

En aquella jornada, el jugador fue expulsado a los 15 minutos del complemento e inmediatamente después el partido se suspendió por lluvia. De las seis temporadas en las que el jugador fue parte del club, la de 1974 fue la más destacada. En el equipo conducido por Ángel Labruna solo faltó a dos de los 53 partidos oficiales del año y con sus actuaciones se convirtió en un pilar de la defensa.

Tras disputar 139 encuentros oficiales (desde 1969 a 1974) y una gran campaña en el último torneo Nacional, Ángel Labruna lo llevó junto a Pablo Comelles a River Plate en donde fue gran figura del equipo que se consagró en 1975.​

El Gringo hizo sus primeras armas en la primera de Talleres a los 19 años, pero no comenzó jugando en el puesto en el que se consagró. Hasta la llegada de Miguel Ponce en 1973 alternó todas las posiciones de la defensa, el mediocampo y hasta la delantera. Comenzó jugando en el ataque hasta que de a poco fue encontrando su lugar y explotó con el gran equipo que armó Amadeo Nuccetelli para el año 1974, temporada en donde jugó 51 partidos compartiendo la zaga con Luis Adolfo Galván. Cuando pasó a jugar como defensor, a medida que se fue afianzando fue una verdadera garantía por su capacidad de marca y la tenacidad que le imponía a sus movimientos,

En 1982 el segundo ciclo de Labruna como director técnico marcó el regreso de Ártico para volver a convertirse en pilar del equipo. Aquel Talleres fue protagonista del campeonato Nacional en donde avanzó hasta las semifinales del torneo. “El Gringo“ jugó todos los partidos del torneo y tras 13 encuentros más en el Metropolitano puso fin a su carrera en el Club para emigrar a Tigre de Victoria.

Ártico se dio el lujo de compartir defensa en River Plate con Roberto Perfumo, uno de los mejores centrales nacionales de todos los tiempos. Héctor Ártico era todo lo contrario a una figura carismática, pero su nobleza, voluntad y entrega fueron claves para apuntalar el camino al éxito en la campaña de 1975. Tenía 25 años cuando pisó por primera vez el Estadio Monumental

Ártico era arrojado y expeditivo. Jugaba al extremo de sus capacidades físicas y dejaba en la cancha la piel. Raspaba. Aplicaba con rigor la generosidad de su musculatura. Imponía respeto. Tenía apetito ofensivo, agarraba la lanza y se sumaba al ataque sin miedo, cosa que en ese equipo era condición sine qua non.

Igual, Ártico siguió sumando para el equipo desde el silencio, la humildad y el trabajo. Hizo banco en el 76 y vio como se escapaban dos finales: ante Cruzeiro en Santiago y ante Boca en Avellaneda. En el 77, Passarella comenzó a viajar con la Selección preparándose para la Copa Mundial de Fútbol de 1978, y fue el Gringo quién ocupó su lugar.

En el Matador, etapa dos

Jugó su último partido la tarde del 11 de diciembre del 1977 en la cancha de Huracán, ante Gimnasia de Jujuy. A fin de temporada lo vendieron a Vélez Sarsfield. Más tarde jugaría en Talleres de Córdoba (una tercera vez), Unión de Santa Fe y Tigre.