Alberto Laiseca: Historia de un escritor diferente
Alberto Laiseca: Historia de un escritor diferente

Alberto Laiseca: Historia de un escritor diferente

Alberto Laiseca, de su niñez en Córdoba y sus progresos en la Capital

 

Crónica de un escritor único e irrepetible

 

Por Rubén Omar Scollo

 

Entre las obras de Alberto Laiseca caben mencionarse las novelas “Su turno para morir “(1976),“Aventuras de un novelista atonal “(1982) ,“La mujer en la muralla (1990),  “El jardín de las máquinas parlantes (1993), “Los Sorias” (1998), “El gusano máximo de la vida misma” (1999) y “La puerta del viento “(2014), por citar sólo algunas de ellas. De sus cuentos, quizá el más destacado haya sido: “Matando enanos a garrotazos”. Y en el género poesía, cabe destacar a “Poemas chinos”, libro escrito en 1987, época en que tuvimos la fortuna de cruzarnos en numerosas oportunidades en la redacción del ya desaparecido periódico La Razón. De mi experiencia personal con “Laiseca escritor” y en ese entonces corrector de estilo del citado diario, caben las charlas que hemos mantenido dentro y fuera de las instalaciones de la empresa periodística, que estaba situada en el barrio porteño de Barracas.

“Quien escribe puede asegurar que Alberto era una persona poco parlanchina, poseedora de claros conceptos y dueño de una mirada enigmática, en definitiva, buena persona tanto como escribiente”. Si bien el literato corrector originariamente de galera, había nacido en Rosario, parte de su infancia la pasó en la provincia de Córdoba. Tras cursar los estudios secundarios en  de Corral de Bustos, comenzó la carrera de Ingeniería química en la Universidad del Litoral, en la ciudad de Santa Fe, pero en 1964, con 23 años, dejó la misma (contrariando los deseos de su padre) y se marchó a trabajar al campo. Se desempeñó como  peón y cosechero en Mendoza, Córdoba y Santa Fe. Dos años más tarde se instaló en Buenos Aires, donde trabajó como peón de limpieza y más tarde como empleado de la única empresa telefónica que tenía el monopolio por entonces, ENTEL. Comenzó  viviendo en condiciones precarias en pensiones, experiencias que recrearía en algunas de sus obras.

 

 En Buenos Aires se nucleó en el bar Moderno y entró en contacto con figuras extrañas y marginales propias de la bohemia porteña de los años sesenta, como Marcelo Fox e Ithacar Jalí (pseudónimo del artista Enrique Lerena de la Serna).

 

Después de publicar su primer relato, “Mi mujer”, en el diario La Opinión y de participar en una antología de varios autores firmando con el seudónimo Dionisios Iseka, en 1976 publicó su primera novela en la empresa Corregidor, por recomendación de Osvaldo Soriano.​ Aunque el título pensado por Laiseca era “Su turno”; el editor decidió que se publicara como” Su turno para morir”, recuperando su título original recién en 2010.

En 2009 participó como actor de la película El artista, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, sobre cuyo argumento escribió una novela con el mismo título. En 2010, Laiseca fue declarado Ciudadano Ilustre de Camilo Aldao ( otro punto cordobés donde había pasado su infancia). En esa ocasión visitó su escuela primaria y recibió un homenaje de alumnos y docentes, ante quienes narró algunos cuentos.​

En junio de 2016 hizo su última aparición en público, presentando una adaptación del cuento “Historia de una madre de Hans Christian Andersen”, con  ilustraciones de Nicolás Arispe. Para entonces ya se lo vio visiblemente deteriorado, obligado a movilizarse en una silla de ruedas.​

Tras pasar su último año y medio en una residencia geriátrica, donde recibía a discípulos, amigos y lectores, falleció en el Hospital Británico de Buenos Aires, el 22 de diciembre de 2016, a los 75 años. Su muerte coincidió con pocas horas de diferencia con la del escritor Andrés Rivera. Sus restos fueron velados en la Biblioteca Nacional y posteriormente cremados,​ cumpliendo su última voluntad pidió que los mismos  fueran esparcidos en el Tigre, más precisamente en el Delta y en el río Carapachay.

Muchos conocerán a Laiseca por sus apariciones televisivas en el canal oficial  Encuentro, desplegando en cada uno de sus relatos un misterio incontenible digno de los relatos británicos de terror y misterio. Durante algún tiempo este escritor que siempre recordó su niñez en la provincia mediterránea, se había ganado el pan, realizando críticas literarias para publicaciones porteñas y nacionales.