Fontanarrosa: Aquel "negro" rosarino amante del humor cordobés
Por Rubén Omar Scollo
El “negrito” Roberto Fontanarrosa, nacido en la ciudad de Rosario en 1944 y fallecido hace casi tres lustros, perteneció junto con Quino (Joaquín Lavado, padre de MAFALDA) y Oscar Conti u Oski, al selecto grupo de humoristas gráficos que tan bien representaban nuestras realidades. Muy seguido por los lectores de las publicaciones en las que aparecían sus chistes e historietas, el ingenio y la inventiva de quien también pasó por la escritura de reconocidas narraciones, abarcó no sólo el ámbito nacional, sino que también dejó plasmadas las idiosincrasias de otros puntos de nuestro continente.
Tal es lo que desarrolló a partir de su noble creación de Boogie “El aceitoso”, según dicen inspirado en el policía fascista que encarnó el propio Clint Eastwood en Hollywood. Al igual que aquél Harry “el sucio” de Clint, su personaje era un reaccionario estadounidense que profesaba un profundo odio por los negros,por los orientales y todos los que rompieran con el tradicional molde “americano”.
Pero el simpático hincha de Rosario Central, sumido en una cruel enfermedad neurológica, en enero de 2007 anunció a sus lectores que su dolencia le impediría continuar dibujando con su propia mano, por lo que a partir de ese momento, contaría para poner en imágenes sus ideas con la colaboración de otros dibujantes. Fue así que Crist (Cristóbal Reinoso) y Óscar Salas, le dieron vida a su ingenio. El 19 de julio de ese mismo año, falleció en Rosario dejando este lado de la vida y seguramente siguiendo “sus andanzas por otros sitios desconocidos”.
Fontanarrosa había formado parte del plantel de humoristas de la extraordinaria revista Hortensia que llenó de goce a gran parte de nuestro país, siendo parte de “un humor bien cordobés”. En una entrevista, el popular “Negro” había dicho: “el humor de la docta es fresco, ingenioso, con salidas extraordinarias, que nada se parece a un chiste de argentinos”. Y al expresar esa frase comparaba al humor mediterráneo con el porteño, al que consideraba distinto, quizás más punzante.
Por mucho tiempo sus historietas se vieron reflejadas en la contratapa del diario Clarín. De ellos hay dos personajes que formaron, que describieron desde el vamos, una impronta argentina y de lo foráneo, tales los casos de Inodoro Pereyra “el Renegaú”, que fuera ese gaucho mal llevado que se rebela a todo, y que estaba acompañado por su fiel exponente canino “Mendieta”. Otro fue el citado mercenario del norte, que había regresado de la guerra en Corea.
Además de sus ricas producciones en medios gráficos, Fontanarrosa, recopiló viñetas sueltas en algunos volúmenes muy difundidos, como por ejemplo “¿Quién es Fontanarrosa?”;“Fontanarrosa y la política”; “El sexo de Fontanarrosa”, “Fontanarrosa contra la cultura”, “El fútbol es sagrado”, “Fontanarrosa de Penal”, entre otros títulos. En los mismos había desarrollado un poder del humor inigualable, único y muy personal.
Sus desopilantes cómics como “Semblanzas deportivas” y “Sperman”, más las correrías y desventuras del gaucho Inodoro Pereyra, publicadas a principios de la década del setenta en revistas de humor, fueron posteriormente motivo de una gran recopilación en volúmenes..
Pero el famoso y especial negro rosarino amante del humor de la Docta, también incursionó en una narrativa extraña, bien suya y fue que a principios de los ochenta le editaron una recopilación de cuentos que llevó por título: “El mundo ha vivido equivocado”. A esos ingeniosos relatos se le fueron uniendo “No sé si he sido claro” (1986) y un años después “Nada del otro mundo”. No obstante, su apego al relato breve fue acrecentando en sus últimos años y de esa impronta por la literatura breve se desprendieron Los trenes matan a los autos, El mayor de mis defectos, Uno nunca sabe y La mesa de los Galanes, todos publicados allá por los noventa. Ya a mediados de los 2000, cerró con “El rey de la milonga”.
El bar rosarino llamado El Cairo, un lugar al cual siempre concurría, era el sitio ideal para darle cabida y moldear sus creaciones. Fontanarrosa reflejó el fútbol, al ser nacional, y las problemáticas sociales a partir de una realidad que era vinculante con la mordacidad.
Pero para cerrar, un párrafo aparte merece su relación con Crist, (“ese otro negro como yo” definía Roberto), quien además es un creativo artista plástico. El humorista “nacionalizado cordobés” (ya que había nacido en Santa Fe) en alguna oportunidad definió a su amigo rosarino como un verdadero “acordobesado”.
Y en verdad los dos serán siempre dos ídolos de las facetas culturales y populares de nuestro país. Uno dejó su legado, y Crist, habiendo pasado los setenta años de edad, es un exponente vigente de nuestra cultura mediterránea y argenta.