El Familiar o Cadejo: mito o leyenda ?

El Familiar o Cadejo: mito o leyenda ?

Hoy les vamos a hablar de un ser mitológico popular en el norte de Córdoba Santiago del Estero y provincias aledañas El Familiar o el Cadejo como se lo conoce en otras partes de latinoamérica .

Es muy posible que el origen del Cadejo como ser mitológico se encuentre en la mitología maya-quiché. Las leyendas de los cadejos espectrales centroamericanos parecen estar emparentadas, en cuanto a su origen, con los nahuales.​

 

 

En la mitología mesoamericana, un nahual es un animal que se considera espíritu protector de cada persona. De acuerdo con algunas tradiciones, se dice que cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal, que se encarga de protegerlo y guiarlo. Estos espíritus usualmente se manifiestan como una imagen que aconseja en sueños o con cierta afinidad al animal que les tomó como protegidos. Por ejemplo, una mujer cuyo nahual fuera un canario tendrá una voz privilegiada para el canto.

Pero no todos tienen un contacto tan leve: se cree que los brujos y chamanes (llamados texoxes) del centro de Mesoamérica podían crear un vínculo muy cercano con sus nahuales, lo que les da una serie de ventajas que ellos saben aprovechar. La visión del gavilán, el olfato del lobo o el oído del ocelote pasan a ser herramientas de estos videntes e incluso se afirma que algunos, más preparados, pueden hasta adquirir la forma de sus nahuales (lagartos, perros o tigres) y utilizar esta habilidad de diversas formas, no todas ellas bienintencionadas, según la tradición popular. 

En México, se le ha dado el nombre de nahuales a los brujos que pueden cambiar de forma. Sin embargo, se cree que el contacto con sus nahuales es también común entre los chamanes que buscan el beneficio para su comunidad, aunque no se valen de la capacidad de transformación; para éstos, el nahual es una forma de introspección que le permite a quien lo practica tener un estrecho contacto con el mundo espiritual, gracias a lo cual encuentra con facilidad soluciones a muchos de los problemas que afligen a los que buscan su consejo.

Para los mesoamericanos, los xoloitzcuintles conducían el alma de los muertos al más allá.

En el sureste de México, sobre todo en el estado de Yucatán, el uay peek ( nigromántico, encantador, mago, nagual.)​ es un brujo que se puede transformar en un perro negro, enorme y de ojos rojos, y aprovecha este estado para asustar a gente y profanar las tumbas de los cementerios. Otras versiones dicen que ataca a cualquiera que se encuentra, y que es la reencarnación de un espíritu maligno.

El escritor nicaragüense Eduardo Zepeda-Henríquez, en su artículo El Cadejo: mito nicaragüense, sugiere que el mito del cadejo está arraigado en el imaginario social provinciano como una fuente moral. De este forma, para Zepeda, el cadejo, más que un espíritu protector, es un espíritu merodeador que sale a asustar a los trasnochadores callejeros y concluye que la presencia de este ente sobrenatural es una forma de escarmiento ejemplar para la gente de mala vida que implica el pecado original o un remordimiento de conciencia histórica. Así mismo, Zepeda-Henríquez intenta ver el origen de la palabra cadejo en la tradición mitológica griega (el mito de Licaón) y latina (la leyenda del hombre lobo narrada por Ovidio). El escritor costarricense Luis Ferrero Acosta también atribuye su origen a un sincretismo del concepto del nahual o alter ego del dios Quetzalcóatl, un perro, el dios Xólotl y el cinocéfalo (monstruo con cabeza de perro), que según refiere Plinio, se contaba para asustar a los arrojados marinos que pretendían aventurarse en la Mar Tenebrosa, y que representaba a un ser humano con cabeza de perro, ojos llameantes y, a veces, arrastraba cadenas.​ Otro escritor costarricense, Carlos Gagini, atribuía su origen al oso hormiguero gigante, animal grande de pelambre larga y negra y afiladas garras, cuyas incursiones nocturnas en la Costa Rica aldeana contribuyeron a la creación del mito.​

En cuanto a su significado, el Cadejo es a la vez un espíritu protector y una criatura maligna. Desde su perspectiva negativa, el Cadejo usurpa la confianza de los seres humanos mediante el terror, mientras que en su faceta positiva, el poder regenerador de la naturaleza al proteger a los seres humanos del peligro. En la literatura indígena de América, sobre todo en la maya, es muy importante este concepto de dualidad. El cadejo blanco es un eco del nahual como el espíritu compañero y el cadejo negro es un reflejo del nahual como el brujo que se metamorfosea.

Según la tradición oral, el cadejo es un mítico animal fantasmagórico que se aparece a las personas que vagan por caminos nocturnos, particularmente a los ebrios, con la función moral de asustarlos para que enmiende su camino. Se cree que cuida a aquellos que se embriagan y deambulan por las noches ayudándoles a encontrar el camino a casa o bien durmiendo cerca de ellos para evitar les roben o dañen.​ Las versiones varían dependiendo del sitio geográfico donde se cuenta la leyenda, aunque los hechos básicos son siempre los mismos. La leyenda es popular en toda Centroamérica, parte de México ,y  norte de Colombia. En Nicaragua y Honduras, se ha relacionado la leyenda del Cadejo con el críptido conocido como Acosador nocturno, un perro que guarda un gran parecido con el Cadejo negro.

La descripción más frecuente del Cadejo es la de un gran perro negro con ojos encendidos.

Las descripciones más prolíficas corresponden al Cadejo negro. Todas coinciden en que es un perro grande, negro, de ojos rojos como brazas, que arrastra pesadas cadenas. El escritor costarricense Carlos Luis Fallas, lo describe como "animal fantástico, de ojos fosforescentes y espesa pelambre, negra y muy larga".​ Otra versión de Costa Rica también le agrega patas de cabra y dientes de jaguar.​ En algunas versiones de Nicaragua, es capaz de manipular su cuerpo para crecer, a manera de perro gigante. En su cuento El Cadejo, el escritor salvadoreño José Efraín Melara Méndez lo describe como " una especie de perro pequeño que seguía a las personas pero no les hacía daño. Aunque a veces la gente no lo veía, oía sus pasos característicos semejantes a las pisadas de un chivo." Para el escritor hondureño Jesús Aguilar Paz, "no hay que confundir el Duende con el Cadejo: éste es un cuadrúpedo nocturno que se alimenta de cadáveres putrefactos y al andar le suenan los huesos, siendo luminosos sus ojos y peligroso su encuentro." Miguel Ángel Asturias omite que tiene forma de perro, e incorpora tres distintas especies en un cuerpo, «con cascos de cabro, orejas de conejo y cara de murciélago».6

También se le atribuyen poderes místicos como el poder evitar ser dañado por aquel al que protege o por lo que lo trate de dañar, siendo así inmune a las armas blancas y de fuego. Por lo general al verse atacado desaparece en el aire como una sombra y reaparece detrás de su atacante. En Nicaragua y en algunas zonas de Costa Rica, sobre todo en la zona del Pacífico norte (Guanacaste y norte de Puntarenas), el Cadejo (específicamente, el negro) lleva sobre el cuello un collar blanco, pues en algunas versiones de esas regiones el Cadejo fue en vida un sacerdote que es maldecido, representando este collar blanco un cuello clerical.

En México, se cuenta que, cuando aparece el Cadejo, los perros lloran como si el mismo demonio estuviera viniendo; y es que, según se dice, devora las crías de los perros (o también cualquier perro) los cuales están estorbando su paso, por lo que es recomendable para ellos esconder a los canes si se sospecha su presencia o su cercanía. Esta avidez del Cadejo por devorar perros también aparece en algunas versiones de Colombia.

Creaciones de Dios y del diablo

El primer grupo reúne versiones de El Salvador, Honduras, Guatemala y México,​ donde se atribuye su creación, en el caso del perro blanco, a Dios, y en el del negro, a Satanás, creados con la intención de cumplir diferentes funciones. La leyenda dice que, tras observar todos los males que aquejan al pueblo, Dios decidió crear una figura que atemoriza al humano pero con el fin de protegerlo. De allí surgió un ser con morfología de perro, con los ojos rojos y de color blanco como las nubes que se encargaría de protegerle. El demonio, enojado por la acción del Padre, formó una copia idéntica pero de color negro, que provoca pavor en aquel que le observa.

El segundo grupo de versiones, como las de México, Belice, Costa Rica y Colombia, atribuye su creación a una maldición de un padre furioso sobre su hijo, un joven o hombre libertino sentenciado a volverse un alma en pena cubierta con cadenas, o bien, su otra versión, donde es el hijo bueno quien busca asustar al padre borracho a modo de castigo por su mal comportamiento, pero falla y su padre la maldice con esta forma de perro para cuidar y proteger a todas las personas, especialmente a borrachos como él. En Belice, los dos cadejos surgen de la misma persona: un hombre muy libertino, malo, desobediente, flojo, que no trabajaba, borracho y mujeriego. Su padre, quien estaba cansado de su comportamiento, le hacía entrar en razón. Sin embargo, eso no impedía que el ingrato del muchacho cambiará su forma de ser. Entonces su padre, enfurecido, lo maldijo (o primero lo maltrata, según otras versiones), condenandolo a cuidar a los borrachos como él. Frente a sus padres, el muchacho se transformó en una bestia: un perro enorme, negro y de ojos rojos. Ante el asombro y el terror de su madre, ella le roció agua bendita por el lomo, sacando el alma de buena del muchacho, que tomó la forma de perro blanco, siendo el antagonista del otro.

Alebrije en forma de perro, en el Museo de Cholula, México.

En Costa Rica, la leyenda narra la existencia de un solo cadejo, este suele ser el hijo de un anciano. Es un muchacho dado a la bebida, irresponsable, vagabundo y amigo de fiestas y desórdenes, hasta que un día causa el más profundo disgusto de su padre, quien le maldice con los peores apóstrofes, vertiendo sobre él tanta indignación y dolor de espíritu que el muchacho termina transformándose en ese ser. Otra versión costarricense narra, por el contrario, que el joven es bueno y el borracho es el padre. Cansado de las continuas borracheras de su padre, el joven elabora un plan para que este se reforme. Para ello, lo espera en un camino solitario, saliéndose repentinamente disfrazado con una gruesa piel negra de animal y arrastrando unas cadenas. Al ver que su padre estuvo a punto de desmayarse del susto, el hijo se despoja de su atuendo, confesando su plan para hacerlo recapacitar, pero el padre, alcoholizado e iracundo, lo maldice diciendo: Echado y en cuatro patas seguirás por los siglos de los siglos, amén. A partir de ese día, el Cadejos acompaña a los hombres trasnochadores, guiando su camino a casa y alejando cualquier peligro que pueda encontrar.

En El Salvador, Honduras, Belice, Guatemala y Nicaragua, se cuenta la existencia de dos perros, uno negro y uno blanco, e incluso de tres, agregando una variante gris en el caso de Guatemala, que cuida a los niños desamparados o enfermos. Por regla general, el Cadejo blanco es benigno, mientras que el negro es maligno. El blanco, animal de compañía, protege al hombre contra todos los males que lo esperan en los caminos solitarios, incluido el cadejo negro. El negro anda vagabundeando para asustar o atacar a los trasnochadores. Cuando los dos criaturas se encuentran, ocurre una batalla sangrienta entre sí.​ En las zonas rurales y montañosas de El Salvador, se asocia al cadejo con la tipología de hombre y mujer, así se dice que el perro blanco es el guardián de los hombres y el negro de las mujeres.

El Cadejo negro generalmente se asocia con el mal: persigue a distancia a los caminantes nocturnos, los que vienen de fiestas, festivales, carnavales, juegos de azar o cantinas. Al seguir a su víctima, araña el suelo con sus garras. Si el sonido se oye cerca es que él está lejos y cuando se oye lejos es que está muy cerca, prácticamente encima, es lo último que oirá antes de que ataque. Esta particular característica aparece también en algunas versiones de las leyendas de la Llorona y el Silbón. Como espíritu malo, ataca y mata al caminante nocturno, abalanzándose sobre él, derribándolo, golpeándolo hasta dejarlo malherido y sin sentido, dundo, tartamudo, con mucha fiebre, hasta que muere.

En Costa Rica no existe la leyenda sobre un Cadejo blanco, sin embargo, en algunas zonas rurales, su lugar lo toma el Copito, un perro pequeño blanco, muy peludo, el cual, dando pequeños saltos, sigue y cuida a las personas hasta su casa.

El Cadejo blanco, por el contrario, es el antagonista del negro, el protector de las personas que cruzan su camino, un espíritu que protege al hombre que sale por las noches, un guardián que siempre acompaña a la persona hasta dejarla en su casa. Actúa como guía para prevenir a las personas de que se encuentren con el Cadejo negro. Aunque benigno, alguna versión también cuenta que al Cadejo blanco jamás hay que tratar de hacerle daño, porque entonces él se lanza sobre su agresor y lo revuelca en el suelo, lo muerde y lo deja herido mortalmente.

Los cadejos blanco y negro, al encontrarse, se enfrentan entre ellos, donde muchas veces, por invocación de poder santo, el cadejo blanco derrota al negro, y la que fuera su víctima vive para contar la historia. Los cadejos nunca se matan cuando se enfrentan, a pesar de los encarnizados combates que libran en sus encuentros nocturnos. Según la tradición, ninguno de los dos es más fuerte que el otro. Su encuentro representa pues, la lucha entre el bien y el mal. En algunas versiones de Guatemala, a veces los cadejos se unen para salvaguardar a sus protegidos de otro espectro como la Llorona, En un episodio de la novela Marcos Ramírez, del escritor costarricense Carlos Luis Fallas, un campesino cuenta que el Cadejos lo acompañaba para protegerlo de las brujas, después de que el campesino lo había tratado con respeto.Un 

Como todo ser espectral, a veces las leyendas también cuentan la forma de defenderse de un Cadejos. Por ejemplo, en Honduras, la tradición cuenta que, para repeler al Cadejo negro, se deben decir oraciones como "que huele a santo", "que huele a incienso" o "permiso compadre Alejo". En su novela Marcos Ramírez, el escritor costarricense Carlos Luis Fallas recoge un episodio donde un campesino se enfrenta al Cadejos, donde el personaje, tras fallar en atacar al Cadejos usando una cruceta, espanta al espectro amenazándolo con la cruz de la empuñadura del arma, mientras exclama "¡Vencés al filo, maldito, pero la Cruz te vence a vos!".​

En México, para salvarse o protegerse de esta entidad, hay que vestirse al revés, luego poner orines en un cinturón y darle latigazos, haciendo que se vaya. Se cree que se puede hacer amistad con él: consiste en caminar con los pies juntos (sin importar lo difícil que sea) y, si se acerca, se debe escupir en la palma de la mano y ofrecerle un escupitajo, y esto hace el Cadejo acompañe o cuide al trasnochador. También tiene su lado benevolente, pues cuida de todas las personas (aunque en la mayoría de versiones es, generalmente, maligno).

Paralelismos

En muchos países se cuentan leyendas de humanos que se transforman en animales.

Aunque el Cadejo como tal es un ser espectral perteneciente básicamente al imaginario mexicano y centroamericano, existen algunas leyendas del resto de América Latina donde se pueden apreciar paralelismos.

En Colombia, la leyenda del Hombre Caimán, un ser con cuerpo de caimán y cabeza de hombre, presenta semejanzas en cuanto al origen del personaje: un hombre es maldecido a transformarse en ese ser debido a sus malas acciones.

En Chile, tenemos la leyenda de la Calchona, el espectro de una bruja con cuerpo de oveja, y patas delanteras, rostro y cabello de mujer, y que vaga sola por los caminos; y el Guallipén, perteneciente a la mitología mapuche, un espectro maligno con cuerpo de oveja, cabeza de ternero, las patas torcidas y feo pelaje.

En Paraguay, son conocidas las leyendas del Luisón, el Yaguareté-Abá (hombre tigre) y el Ao Ao, monstruos legendarios de la mitología guaraní. El primero, especialmente, presenta muchas semejanzas con el Cadejo, además de con la leyenda europea del hombre lobo.

En Argentina, específicamente en las zonas rurales de las provincias norteñas, existe la creencia que en ocasiones un espíritu familiar, puede tomar la forma de un perro llamado "El Familiar". Este ser sería un perro mítico de pelaje negro, de tamaño fuera de lo normal, con ojos color rojo sangre, y cadenas colgadas al cuello. Aparece después de la medianoche, hace notar su presencia arrastrando cadenas y haciendo llorar a los perros. Además se dice que es realmente un demonio, la manifestación del diablo en forma de perro. Una leyenda del Familiar se remonta hasta el siglo XIX en una fábrica de azúcar, donde se rumoreaba que tanto el dueño como los empleados pactaron con el diablo a cambio de dinero, creerse su negocio y torturar al tal empleado que fuera capaz de estar en rebeldía. De ahí, obtienen a un espíritu familiar en forma de perro para que devorara a un empleado rebelde. Una vez que el dueño murió, ya nadie alimentaba al Familiar, el cual se escapó de la fábrica, vagando errante en busca de víctimas para devorar. También se dice que al devorar a alguien, no parará hasta devorar a toda su familia. Habita en los maizales y quien se atreva a entrar a uno de estos, corre el riesgo de ser devorado. También es posible que hacer pacto con él para que cuide de sus pertenencias, o para un compromiso.

Los mitos y leyendas de perros infernales abundan en el folclor de varios países de Europa: los griegos Cerbero y Ortro, los "black dogs" ingleses, como el Moddey Dhoo de la Isla de Man, el Gwyllgi de Gales, el Black Shuck que aterroriza la costa de Norfolk, Essex y Suffolk (esta leyenda en particular parece ser la inspiración para El sabueso de los Baskerville de Arthur Conan Doyle), etc; el lobo hechizado de la mitología castellana, el Dip o perro vampiro catalán, el Cŵn Annwn de la mitología celta, el Garm de la mitología escandinava, etc.

Recientemente, en el año 2019, la serie estadounidense llamado Víctor y Valentino lanzó un episodio dedicado al Cadejo, llamado Los Cadejos, donde Valentino guarda rencor contra Víctor, que, sin saberlo, atrae a un cadejo malvado, una bestia mitológica parecida a un lobo.

Acercándonos a Córdoba sobre todo en el norte cordobes tenemos múltiples relatos sobre “los guardianes” perros que te acompañan en los caminos serranos que aparecen de la nada y de repente se van. 

Quizás hayas tenido una experiencia con este ser mitológico y aun no lo sepas …