Llegado el 31 de octubre, sobreviene también la polémica en torno a si corresponde celebrar Halloween o no, considerando que se trata de una celebración de países de raíces anglosajonas ubicados en el hemisferio norte. Sin embargo, si investigamos los orígenes de esta fecha, veremos que es más próxima a nuestra cultura de lo que creíamos.

El origen celta: el Samhain

La religión de los celtas, en épocas anteriores al cristianismo, era el druidismo. Esta religión pagana estaba mayormente conectada con los ciclos naturales y los cambios de estación. El Samhain era una celebración que marcaba el fin de un año y el comienzo del otro, y coincidía con el final del verano y de la época de cosechas, y el inicio de la “época oscura”. Generalmente se llevaba a cabo a principios de noviembre, con la una llena más cercana a la mitad entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, y finalizaba con “la fiesta de los Espíritus”, ocasión en la que los druidas oficiaban de médiums para comunicarse con los espíritus que, durante estas fiestas, tenían permitido visitar el mundo de los vivos. También se creía que las hadas podían llegar a secuestrar a los maridos, y que las puertas a sus reinos llenos de tesoros estaban abiertas para quien quisiera aventurarse.

Es para mantener a los malos espíritus alejados de sus hogares que los celtas comenzaron a dejar ofrendas de comida afuera de sus hogares, costumbre que terminó derivando en los caramelos y dulces que los niños pasan a buscar puerta a puerta so pena de cometer una fechoría.

Actualmente el Samhain se sigue festejando en círculos neo paganos que buscar volver a las costumbres celtas originales, y una variante llamada Samaín se celebra en Galicia, en la que también se honran las raíces celtas de la región y también se tiene la costumbre de tallar calabazas y ponerles velas adentro.

La llegada del cristianismo

Como sucede con varias costumbres populares paganas, fue el cristianismo el que absorbió y reformuló estas festividades para darles un toque religioso. Es así que este día originalmente dedicado a los espíritus de los difuntos fue movido a la primavera por el papa Bonifacio IV para que coincidiera con la Lemuralia, un antiguo festival romano dedicado a recordar a los muertos. Más tarde, esta celebración pasó a formar parte de la AllHallowtide, fechas en las que se recuerda además a los santos inocentes, mártires y fieles difuntos. Parte de estas modificaciones fueron realizadas por el papa Gregorio IV en el año 835. Los razonamientos detrás de estos cambios eran que tanto celtas como germanos honraban a sus muertos en los meses fríos, cuando la sensación de "muerte" en la naturaleza era más evidente por el cambio de estación. Además este cambio permitiría evitar grandes amontonamientos de peregrinos en Roma durante los meses de calor y las enfermedades que derivaban de la interacción de tanto número de personas. Quedó así en el calendario la Víspera de todos los Santos (31 de octubre), el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y la Conmemoración de los Fieles Difuntos (2 de noviembre). 

Halloween en la actualidad

Si bien no en todas partes de nuestro país se celebra el día de brujas, sí es cierto que a raíz del cruce cultural propagado a través de los medios de comunicación es cada vez más común ver niños disfrazados que pasan puerta por puerta pidiendo dulce o truco.

Además, el revival de las religiones druidas y wicca ha llevado a que en el hemisferio sur también se celebre el Samhain, pero en el mes de abril para coincidir con los meses de frío.

Independientemente de si adherimos o no a las celebraciones comerciales, no hay que perder de vista que el primer agente de transmisión de estas celebraciones ha sido la iglesia católica, que en el sincretismo con costumbres paganas locales ha producido el Día de Muertos mexicano, o las celebraciones de Día de Todos los Santos que festejan pueblos originarios de nuestro país como los querandíes, los collas, los quechuas, los mapuches, los diaguitas, entre otros.

Es por todo esto que renegar del Halloween y verlo como un enemigo de las costumbres locales es habitar una falsa oposición. Independientemente de nuestra comunidad, el recordar a quienes ya no están es una necesidad humana presente en todos los pueblos desde tiempos inmemoriales.