La vida en la soledad de un bosque escocés

La vida en la soledad de un bosque escocés

Vivir 40 años aislado en un bosque del Reino Unido

Ken Smith, optó por estar en soledad: no tiene luz, gas ni agua potable.

Hace casi 40 años que tomó ese camino, y así le gustaría que continuase hasta el final. "Es una vida agradable. Todo el mundo desea poder hacerlo, pero nadie lo hace", expresa Smith. Y pudiera afirmarse que el “ignoto” británico, tal vez cumpla un deseo: emular a Henry David Thoreau. Es que el filósofo y poeta reconocido en su época y que trascendió las fronteras de la literatura por su libro Walden (la vida en el bosque) llevó sus días en los Estados Unidos. Aquél ermitaño de principios del siglo XIX, tuvo excusas válidas para apartarse de la sociedad y vivir una apacible vida en los bosques de Norteamérica. El caso de Smith es similar, varias décadas después.

 

Tiene 74 años y vive en una pequeña cabaña hecha de troncos que él mismo construyó a orillas de un lago remoto en las Tierras Altas de Escocia. Sin luz, gas ni agua potable. Completamente solo.

Para sobrevivir, Ken, nacido en Derbyshire, Inglaterra, pesca y recolecta y cosecha sus alimentos. Además recoge leña y lava su ropa en un viejo baño al aire libre. La historia fue reflejada por la cadena BBC hace dos años.

Ken pasa sus días a dos horas de la carretera más cercana en el borde de Rannoch Moor, por el lago Treig. "Es conocido como el lago solitario. No hay camino para llegar aquí, pero aquí solía vivir gente antes de que se construyera la presa", cuenta.

Su forma de vida llamó la atención de la realizadora cinematográfica  Lizzie McKenzie, quien se puso en contacto por primera vez con Smith hace nueve años y durante los últimos dos años lo ha filmado para el documental de BBC Escocia The Hermit of Treig ("El ermitaño de Treig").

 

"Había sufrido un derrame severo y dijeron que nunca me recuperaría. Dijeron que nunca volvería a hablar. Diagnosticaron que nunca volvería a caminar, pero lo hice. Fue entonces cuando decidí que nunca viviría en los términos de nadie más que en los míos", afirma.

Así fue como la vida de Ken dio un giro. Comenzó a viajar y a entrar en contacto con la naturaleza. Y como Forest Gump empezó a caminar. Y lo hizo durante mucho tiempo.

Se alimenta de lo que pesca, de lo que caza, es una especia de Robinson Crusoe de los bosques. "Estuve dando vueltas y seguí cada bahía y cada cumbre donde no hubiera una casa construida. Cientos y cientos de kilómetros de nada. Miré al otro lado del lago y vi este bosque", recuerda. “Cultivo mis cosas, me alimento bien”, recalca.

Sin embargo, las secuelas que le quedaron del derrame obligaron al hombre a tener que aceptar más ayuda de la que había recibido nunca. Así entonces, el jefe de la zona, que cuida el bosque donde vive Ken, le lleva comida cada dos semanas, que él paga con su pensión.

"La gente en estos días ha sido muy buena conmigo", dice Ken, quien un año después de ese episodio sufrió un accidente y tuvo que ser trasladado en avión nuevamente. Fue después de resultar herido cuando una pila de troncos se derrumbó sobre él.

De todas maneras, Ken no espera vivir para siempre: "No vinimos a la tierra para siempre. Me quedaré aquí hasta que lleguen mis últimos días, definitivamente. He tenido muchos incidentes, pero parece que los he sobrevivido a todos", dice.

"Seguramente me enfermaré de nuevo en algún momento. Algo me sucederá que me llevará un día como a todos los demás. Pero espero llegar a 102 años", afirma.(Agradecimiento BBC de R.U)