Historias del cementerio de General Cabrera.

Historias del cementerio de General Cabrera.

Por Gerado Bessone. Especial para CodigoCBA.

Más allá de que la Ciudad de General Cabrera se fundó por decreto del 30 de Junio de 1893, el centro poblado empezó a gestarse unos 20 o 30 años antes. El señor Carlos Pudicomb fue el primer presidente de Comisión fomento de la Ciudad de General Cabrera; aún nuestro pueblo, no tenía Intendente como en la actualidad, en esa época, anterior al año 1925 ya empezó a funcionar el cementerio local con una idea de un precursor de la Cristiana sepultura de los fieles, el señor Mario Canevarolo.

En 1925, más precisamente un 15 de noviembre se realizaron comicios electorales; en una machista sociedad donde sólo era válido el voto de los varones ; resultó ganadora la lista de Martín Backaus, un alemán del cual se cuentan muchas historias de misterio en Cabrera.

El pase de Gobierno de Pudicomb a Backaus fue un tanto áspero; y hubo pedidos de informes en todos los rubros; Canevarolo fue invitado al Concejo Deliberante para explicar los balances del cementerio local; según dicho informe entre el año 1922 que se empezó a ordenar el  camposanto y el año 1925 se vendieron  298 sitios; y el informe explicaba una obviedad, todos los terrenos fueron comprados para construir sepulcros, y obviamente a nadie se le ocurriría poner una venta de refrescos al medio del cementerio.

Si bien el cementerio era administrado por el municipio; no había demasiadas reglas al respeto; por lo que el Consejo Deliberante promulgó una ordenanza de su funcionamiento con varios artículos.

Entre los principales aspectos de la ordenanza estipulaba  que en el cementerio se podían enterrar fieles de cualquier credo religioso sin distinción de espacios para cada religión; ese artículo diferencia a nuestro cementerio de la mayoría de los que fueron creados en otras ciudades en el mismo siglo donde hay sectores para Católicos, Judíos, Evangelistas o ateos.

Nadie podía ser enterrado antes de  24 horas de su muerte, y el médico tenía la posibilidad de solicitar un plazo de 30 horas si lo creía conveniente. Recordemos que unos años después, en 1927,  intentaron enterrar vivo a un cabrerense en la epidemia de peste bubónica y el cajón empezó a moverse al llegar al cementerio.

Se prohibía llevar cadáveres en vehículos o carros que no fueran propiedad de la funeraria local y sin antes haber solicitado, y fundamentalmente pagado, el permiso en la Municipalidad; este artículo aún hoy sigue vigente.

La ropa de los enfermos fallecidos debía ser quemada por ordenanza municipal; la misma ordenanza fijaba las medidas obligatorias de una fosa para construir una tumba y los kilos de cal viva con los que se debía tapar al pobre finadito.

La ordenanza nunca legisló la circulación de fantasmas por el cementerio pero… Usted no escuchó un ruido extraño detrás suyo.