Espeluznantes historias que hicieron estremecer a todos los cordobeses
Espeluznantes historias que hicieron estremecer a todos los cordobeses
Espeluznantes historias que hicieron estremecer a todos los cordobeses

Espeluznantes historias que hicieron estremecer a todos los cordobeses

Por Rubén Omar Scollo

Es en verdad es poco serio escribir sobre hechos sobrenaturales que difícilmente sean comprobables. No obstante, de tanto en tanto,es de destacar que cada lugar en la Argentina y en el mundo, presenta riquezas ocultas o fantasmas que perduraron desde un pretérito desconocido, a partir de  puras habladurías.

Si se toman en cuenta las historias del Monstruo del Lago Ness (Loch Ness en Escocia), las de Vlad “El Empalador” (o “El conde Drácula, en Rumania), “El Pombero”,“Ará Yeví” (leyendas guaraníes) y hasta nuestro sureño “Nahuelito”…¡Vaya que existen motivos para que los humanos hagamos volar nuestra frondosa imaginación!

 En el tradicional barrio de Alta Córdoba, existe un trayecto también conocido como “La bajada del Angelito”, y su apodo se remonta  a la Córdoba de finales del siglo XIX y de  principios del 1900; allí cuando el transporte público consistía en  tranvías tirados a caballo y carruajes. Los cocheros de entonces, decían que al tomar por la bajada Sáenz Peña, era muy frecuente encontrarse de noche con una mujer vestida de luto que caminaba por los rieles del tranvía, con su rostro cubierto llevando en sus brazos un pequeño ataúd blanco, sobre el cual se veía un candelabro con velas de cebo. Creer o no, eso es lo que  dicen que ocurrió en varias oportunidades por esos tiempos. 

En  San Vicente, barrio de la ciudad de Córdoba, según comentan, “existen muchos fantasmas y apariciones”. Su cementerio presenta cercanías a las que algunos han definido “es donde se van gestando historias de todo tipo”. La siguiente leyenda es una de las que más repercusión y miedo causó en todos los tiempos. Desde los años 70, vecinos del lugar venían relatando sucesos que involucraban a un ser repleto de pelos, que caminaba encorvado. Muchas veces se lo veía transitar sobre las aguas del río Suquía sin hundirse. Y hasta algunos dicen haberlo visto cuando entraba en los recintos de baile a asustar a la gente. Sus víctimas favoritas eran militares y policías, y eso ponía a todos los ciudadanos en alerta. Definían a ese ser especial como “el hombre lobo” del lugar.

Otra de estas espeluznantes historias involucra a “La señora pelada de La Cañada”. La fama de “ella” tomó forma allá por 1890, cuando las calles de la Docta eran angostas y el tradicional arroyo de la Cañada corría libre por el centro, solo frenado por el Calicanto. La zona era conocida como el principal foco de la “mala vida cordobesa. Las trabajadoras sexuales explotadas por los cafiolos o proxenetas y los  ladrones, vivían en los ranchos que rodeaban el Suquía. En esta zona, deambulaba este espíritu, identificado tardíamente como “La Pelada”. Según comentan los que recibieron informaciones de sus familiares y que fueron pasando de boca en boca, la mujer acompañaba a los transeúntes e iba lagrimeando durante toda la caminata. Otras versiones expresan que se aparecía bajo los faroles en la esquina del hoy Boulevard San Juan con la calle Belgrano y cuando algún desprevenido se cruzaba con ella, se descubría el rostro dejando ver sus facciones cadavéricas y su cabeza completamente pelada.

Son algunos de los mitos o leyendas urbanas que todavía se escuchan, son los que escapan de las bocas de algunos parroquianos que se entretienen y rememoran a una Córdoba de antaño, que tuvo de las suyas.

Y para cerrar estas líneas repletas de misterios ficticios por cierto, pero ante la duda de quienes presentan ciertos reparos a la credulidad: está  la típica “llorona”.

Toda provincia tiene su llorona. La versión mediterránea de esa mujer ataviada en blancos que clama por su hijo es tan popular como la mismísima y original llorona, ya que  aún hoy sigue en vigencia. 

Sus orígenes se remontan al año 1970, en la localidad de Villa María, localidad ubicada  a unos 150 km de la capital de la provincia. La llorona desde entonces cruza la ciudad noche tras noche, llorando y en ocasiones robando o asesinando niños en su desesperación por encontrar a su hijita perdida. En el año 1997, un vecino filmó a la llorona en una de sus incursiones, caso que causó un revuelo importante en los noticieros regionales. Esas historias, son parte de una Córdoba especial.