El Pan ¿Patrimonio de la Humanidad?

El Pan ¿Patrimonio de la Humanidad?

Las autoridades francesas ya han elegido y será la baguette, el famoso símbolo de la barra de pan, el que competirá por su inclusión en el patrimonio inmaterial de la UNESCO, el reconocimiento tan solicitado que otorga cada año el organismo de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura.
La baguette fue preferida a otras dos opciones puestas sobre la mesa en Francia: los techos de zinc de París y una fiesta del vino en el departamento de Arbois.
La que se inclinó por la baguette fue la ministra de Cultura de Francia, Roselyne Bachelot, actualmente hospitalizada tras dar positivo por coronavirus.
De aprobarse, el registro del famoso pan francés "nos hará conscientes de que una práctica alimentaria que forma parte de la vida cotidiana y que la mayoría comparte espontáneamente, es un patrimonio en todos los aspectos", expresó la ministra.
Pero también encendió la alarma: el número de panaderos está "disminuyendo constantemente, sobre todo en los municipios rurales". En 1970 existían 55.000 panaderías artesanales (una por cada 790 habitantes) frente a las 35.000 actuales (una por cada 2.000 habitantes).
Al respecto, Bachelot  manifestó que "muchas veces, eso ocurre en beneficio de la venta de baguettes de producción industrial".
La decisión final corresponde ahora a la UNESCO, que no se pronunciará antes del otoño boreal de 2022.
Vale destacar que la baguette de pan es un  símbolo de la vida cotidiana de los franceses y también muy presente en  otros países, como Italia -como para acuñar la profundidad de los lazos gastronómicos entre Francia e Italia- y en Argentina; es parte del imaginario colectivo de Francia.
Además, esta creación de la panadería fue inmortalizada y contada en muchas películas, novelas, poemas o anuncios.
El nombre se remonta a principios del siglo XX y a partir de los noventa se empezó a distinguir entre la baguette normal y la "baguette tradición"', más crujiente y preciosa, pero también más cara que la primera.
El pan francés, que los auténticos parisinos llevan bajo el brazo, al menos en la leyenda, se prefirió, por tanto, a los maravillosos techos de zinc de París y al Bou d'Arbois, fiesta religiosa de origen medieval en el Jura, al este del país.
 Anualmente cerca de un centenar de activos intangibles pasan la selección del organismo de la ONU con sede en París, donde los techos esperan pacientemente una segunda oportunidad, tal vez en el próximo lote de candidatos. 

 

Fuente: ANSA