El cuarteto cordobés como fenómeno musical de masas
Por Rubén Omar Scollo. Especialista en Antropología
Quienes no son de Córdoba ya dejaron de desconocer acerca de las bondades de este género musical propio de esta parte de la Argentina. Es que el cuarteto trascendió las fronteras hace un largo período de tiempo, y la ruptura de esos marcos geográficos fue debido a los principales exponentes de esta manifestación cultural cordobesa.
¿Que muchos lo asocian a las clases sociales bajas? Pudiera afirmarse que es una gran mentira, porque el fenómeno traspasa todo marco social, hasta instalarse en un ámbito cuasi-sociológico y antropológico. Si hay especialistas en las ciencias sociales que han estudiado su repercusión en los distintos ámbitos.
De acuerdo a músicos destacados que coinciden con estudiosos del siempre vigente ritmo cordobés, sus orígenes musicales tienen raíces en el pasodoble español, la tarantela del sur italiano, en la gaita zuliana, con mixturas de música tropical y de sonidos latinos. Según cuentan las primeras historias que se tienen presente, los inmigrantes de los citados países europeos afincados en Córdoba “pusieron lo suyo”, aunque aunados en los obreros criollos que desarrollaron esa característica música, representativa de una región.
Los instrumentos que utilizan los cuarteteros (por obviedad el nombre deriva de la cantidad de integrantes que en los inicios integraban cada grupo o banda), van desde el piano, el acordeón, las timbaletas, la guitarra, el bajo y las tamboras; hasta la trompeta, el contrabajo y el violín, instrumentos estos últimos no utilizados por algunos músicos.
El cuarteto que contó desde siempre con exponentes como Carlos “La Mona” Jiménez, Ulises Bueno, “La Barra”, Damián Córdoba, Tru-la-lá, por citar algunos, fue transportado mágicamente hacia Buenos Aires y hacia fuera de nuestras fronteras nacionales, tal vez, por Rodrigo “El Potro”. Nunca antes el género musical nacido en la capital mediterránea tuvo tanto auge fuera de la geografía de La Docta.
Aunque para recordar los inicios de una música alegre, divertida, que sirve para bailar y el festejo contagioso, vale hacer hincapié en la hibridación musical descrita al inicio. Porque no sólo los ritmos destacados le dieron forma al cuarteto, sino que también existe una fusión con otros ritmos latinoamericanos como el jalaito y el paseo, que poseen una raigambre afroamericana.
Cabe destacar que al principio y a mediados del siglo pasado sólo era escuchado y bailado en zonas semi-rurales. Pequeñas orquestas conformadas por cuatro músicos animaban desde reuniones hasta fiestas de mayor envergadura e importancia.
Augusto Marzano fue quien en 1943 (antiguo integrante de la Orquesta Los Bohemios) creó la afamada banda “El cuarteto Leo”. Augusto le había dado ese nombre en honor a su hija Leonor y con su contrabajo, reunió a grandes músicos y cantantes de la época como Fernando Achával que luego fuera sucedido por José Mendieta (primeras voces); Gelfo a cargo del acordeón; la citada Leonor Marzano como ejecutora del piano, y en violín Luis Cabero. Según relacionaron los especialistas del género cordobés, la propia jovencita fue la que comenzó por priorizar con su mano izquierda una marcación rítmica. Fue a mediados de ese año que actuaron en LV3 y comenzaron su raid de giras no sólo por todo el interior provincial, sino fuera de las fronteras cordobesas yendo a tocar a otras provincias entre ellas Santa Fe y Corrientes.
Quien bien definió su pertenencia con una de sus recordadas letras fue precisamente Rodrigo con su “Soy cordobés”, canción que recuerda a “los señores con emoción dónde había nacido su canto y su tonada”. Entre los mejores expositores de otros tiempos también cabe mencionar a Carlos Pueblo Rolán, “El cuarteto de oro” y al Pibe Berna. Fue allá por 1970 y luego de haber producido casi veinte discos, que don Augusto Manzano se retira para formar otra banda y destacarse como solista.
Para citar a otros cultores musicales de la capital de la segunda ciudad del país; vale nombrar al dominicano (adoptado por Córdoba) Jean Carlos, como a su hermano Nolberto . Y a su vez siempre viene bien poner sobre el tapete a la fabulosa voz de Fernando Bladys integrante inicial de Chebere; “La Pepa Brizuela”, La Konga de Villa Dolores, Jorge “Muñeco” Daniel y hasta al extinto catamarqueño Walter Olmos. Claro está que el cuarteto como fenómeno de masas, ha traspasado el territorio mediterráneo y es en la tierra del propio Olmos donde están surgiendo bandas que tienen “toda la onda cordobesa”.
Para finalizar, como manifestación y símbolo del ritmo musical aludido, en estos días se ha estrenado el film “Madre Baile” de Carolina Rojo. En el documental se repasan los orígenes del cuarteto y se visualiza un recorrido de origen étnico, donde por otra parte se cae en una apreciación simbólica y cargada de mensajes: como el rol de la mujer en esa música tradicional. Prácticamente la compositora Vivi Pozzobón, fue (en referencia a su tema) quien le “ha puesto nombre a la película”. En la cinta interaccionan desde los citados Eduardo y Marta Gelfo, Carlitos y Martín Rolán, junto al Negro Videla, el Turco Oliva y Lore Jiménez.
El cuarteto no sólo traspasó las fronteras de Córdoba y los límites ciudadanos o provinciales, sino también es reconocido en gran parte de Latinoamérica. Y por supuesto, como fenómeno que mueve masas al ritmo de la alegría y el baile.