A partir del 2020, la salud mental será una cosa de locos
A partir del 2020, la salud mental será una cosa de locos

A partir del 2020, la salud mental será una cosa de locos

Por Juan Cruz Araya

El 1° de enero del 2020 parece muy lejano en el escenario que vivimos desde la resolución de las PASO en la Argentina. Sin embargo el nuevo año puede encontrarnos con un problema social no menor.

Y es que desde esa fecha los hospitales monovalentes del país deberán reconvertirse, en función de lo expresado por la ley 26657. Para entendernos, los hospitales monovalentes son aquellos que trabajan de forma especializada, con foco especial en aquellos que atiendan a los pacientes de la salud mental.

Esta reconversión implica que medios de contención sea reemplazada por una red de servicios basada en la comunidad, como por ejemplo hospitales de día, casas de medio camino, cooperativas y talleres laborales, centros de atención primaria que cubran las necesidades de las personas con problemas psiquiátricos.

Hasta aquí lo expresado por la ley resulta interesante como medida a observar, considerando las deficiencias que los “manicomios” manifestaban en cuanto a la atención de los pacientes, el tiempo de internación de las personas alojadas (en algunos casos excesivos para el tratamiento de un trastorno), los motivos por los cuales estaban internados ciertos pacientes (muchas veces originados en problemas sociales o falta de contención familiar).

Pero, como sucede a menudo, la ley va más adelantada que las acciones necesarias para instrumentarlas. Y es que desde la aprobación de la ley en 2010, no se han creado los medios necesarios para contener a los pacientes que hoy se atienden en los monovalentes. Tampoco se dotaron a los “hospitales comunes” de la totalidad de las herramientas o infraestructuras imprescindibles para hacer frente a la demanda de atención que se direccionaría hacia ellos.

A duras penas las guardias de  hospitales como “el Clínicas”, por dar un ejemplo, puede responder a la demanda de atención de las personas que se dirigen allí, imaginemos por un instante lo que podría suceder con una persona que llegue a esa instancia con un brote psiquiátrico.

Tampoco se han fortalecido aquella red con base en la sociedad que debería servir de alternativa para que los pacientes puedan ser contenidos ante la “desaparición” de los hospitales monovalentes.

Y lo más importante de todo, tampoco se invirtió en la capacitación determinante para el personal que a partir del 1° de enero tendrán que atender el flujo de pacientes que en la actualidad se atienden en hospitales como el Neuro psiquiátrico de Córdoba, y que serían derivados a los distintos nosocomios de la ciudad o la provincia.

Finalmente, es preciso interrogarnos ¿Qué pasará con aquellos pacientes que hoy están internados, y cuyo entorno no pudo contenerlos, si una vez aplicada la ley serán devueltos a sus familias?  Lo primero a considerar como hipótesis es que si en un pasado la familia de ese paciente no pudo contenerlo y tomaron la determinación de internarlo, resulta difícil pensar que la devolución del paciente a su familia no conlleve a un resultado similar.

Pero también es posible suponer que si la red de contención que suplante al hospital polivalente no está fortalecida, aquellos pacientes con trastornos psiquiátricos podrían terminar en situación de calle o detenidos, sin que ello represente una solución.

Si bien, la Argentina se encuentra hoy mirando la economía y el escenario político de forma atenta, esta reconversión es un problema latente que nos espera en el inicio del próximo año.