ADOLFO BIOY CASARES, Cuando el literato recordó a Arturo Illia y a su “amada Cruz del Eje”
Por Rubén Omar Scollo
Bioy Casares fallecido en 1999 había nacido en 1914 siendo miembro de una familia de hacendados bonaerenses.
Puede considerarse a toda su obra como tal vez, entre las más destacadas de la literatura fantástica universal. Cuando apenas era un jovencito de corta edad Adolfo escribió un "Prólogo manuscrito”, que fuera revisado por su padre y enviado a imprimir.
Su acaudalada familia incentivó esa temprana vocación por el arte de la escritura, y ya en 1933 publicó el volumen de cuentos "Diecisiete disparos contra lo prevenir". La por entonces Revista Sur, de características cosmopolita; le dio cabida cuando apenas era un desconocido jovencito.
Ya por ese tiempo comenzaba a rodearse de pensamientos afines al campo de las letras que lejos estuvo abandonar en toda su vida. Su amistad con Jorge Luis Borges sería decisiva en su carrera literaria.
En 1932 había sido presentado al también por entonces “joven” Jorge, y ese hecho ocurrió en casa de las hermanas Victoria y Silvina Ocampo. Esa casona tradicional de una típica y acaudalada familia del norte del gran Buenos Aires, fue motivo de numerosos encuentros basados en las buenas expresiones artísticas literarias.
Tiempo más tarde (en 1940), una de las hermanas, más precisamente Silvina, pasaría a ser su esposa. Su obra más importante y que formó el lote de los clásicos de la literatura contemporánea "La invención de Morel", fue publicada por entonces.
Narrada en primera persona y ambientada en una isla desierta, en la trama se entrecruzan el delirio, la pasión amorosa y la idea de inmortalidad. En la meritoria década de 1940 publicó los volúmenes de relatos "La trama celeste" (1944), "El perjurio de la nieve" cuatro años más tarde, y "Las vísperas de Fausto" (1949).
Pero "Plan de evasión" novela editada en 1945, fue quizá una obra no tan difundida, aunque de una gran calidad literaria. Cabe también citar a “La antología de literatura fantástica” aparecida en 1940 y que tuvo la participación de su amigo Jorge Luis Borges. Pero en 1946 junto a su amada esposa había escrito la novela policiaca "Los que aman, odian".
Otras prominentes obras que fue dando a luz, y que tomaron en breve notoriedad fueron, entre otras y allá por la década del ´50, "Historia prodigiosa"; "Guirnalda de amores y "El sueño de los héroes" .
JMuchos críticos consideraron a esta última como su mejor novela. En la misma, el destacado escritor, narra cómo una pandilla de amigos recorre los suburbios de Buenos Aires durante los tres días del carnaval de 1927 en busca de aventuras y diversiones; años después el protagonista, Gauna, intenta regresar al pasado ignorando que el viaje puede originar el despliegue de posibilidades anteriormente evitadas. Junto con Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ernesto Sábato, fueron identificados como "boom de los años ́ 60”.
Adolfo Bioy Casares ha sido justamente apreciado como uno de los autores más relevantes de la literatura argentina del siglo XX. Su obra narrativa le valió diversos galardones, como el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1975 y el Premio Cervantes en 1990. Se lo distinguió como Miembro de la Legión de Honor de Francia (1981) y el Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1986) Una de sus novelas llevada al cine "Diario de la guerra del cerdo" (dirigida por Leopoldo Torre Nilsson) tomó mayor dimensión y acercó al público cinéfilo a la literatura sintiendo devoción por el escritor. La narrativa de Bioy Casares siempre estuvo matizada por un medido racionalismo y por una consabida pretensión de proporcionarle “geometría” a sus composiciones literarias.
El contrapunto de este afán ordenador viene dado por un constante uso de la paradoja y por un sentido del humor sustentado de anglicismos. Para Bioy, el mundo está hecho de infinitos submundos, a la manera de las muñecas rusas, y la barrera entre verdad y apariencia es sumamente endeble. En general, en las novelas y los relatos de Bioy se cuestionan el modo obsesivo y recurrente los estatus del orden espacial y temporal. Los personajes que surgen de su imaginación frondosa, se presentan atrapados por fantasmagóricos tramas, obligados a descifrar la compleja estructura de las percepciones, en las que las misteriosas combinaciones entre realidad y apariencia rigen sus existencias cotidianas. Sus obras, todas, transitaron la senda del exquisito manejo del humor y la ironía, siendo la prosa , una de las más elegantes que ha dado la literatura latinoamericana.
Su relación con Córdoba se basó en las consideraciones que tuvo en varios reportajes. Por citar alguno de ellos y poco antes de su muerte, en una entrevista habló sobre extraterrestres. Fue en esa oportunidad que en La Voz del Interior figuró un título llamativo “Curiosas ideas en torno a la posibilidad de vida inteligente en otros planetas”.
En esa nota, Casares enumeró desde cuentos y entrevistas a otras personalidades que imaginaban el tema como algo vinculado a lo fantástico. “Y mi literatura está asociada a esa visión de la fantasía”, explicaba. En otra ocasión y siendo entrevistado por un cronista de La Nación, contaba que su juventud estuvo muy vinculada al deporte: “jugaba al rugby, al tenis y al fútbol…pero mi pasión era la escritura”.
Siguiendo con otras entrevistas en ese medio, luego de la muerte de Arturo Illia, ex presidente de la República que vivió una gran parte de su vida en el norte cordobés; el escritor destacó en oportunidades las que fueron sus virtudes. “Las mismas se basaron en la falta de ostentación, de fanfarronería y la honradez: no robó. Profesaba el respeto por la Constitución. No persiguió a nadie.
Posiblemente en la Historia quede como prócer, lo que me obliga a pensar en la extrema pobreza de la época. Políticos, hoy en día, no vanidosos, hombres públicos no ladrones: seguramente no muchos en nuestro país. Los diarios dedicaron abundantes páginas a Illia y a su muerte. Unos pocos centenares de personas lo acompañaron a la Recoleta, y esos pocos no parecían acordarse de él ni de su muerte. Vociferaban: "¡Viva Perón! ¡Viva Yrigoyen! ¡Viva Illia! ¡Abajo los militares!".
Mi secretaria, que vio el cortejo en Ayacucho y Las Heras, me dijo: "Llevaban a pulso el ataúd, que se zarandeaba peligrosamente". De los que formaron el cortejo, muchos desertaron antes de llegar a la Recoleta. Una circunstancia curiosa: Illia había pedido que lo enterraran en Cruz del Eje (Córdoba), donde fue médico muy querido. Mi secretaria me contó que, en Buenos Aires, Illia iba a su misma panadería. Muchas veces lo vio con un paquetito de factura. Siempre iba solo. Siempre recordaba a su terruño cordobés…
Quiso muchísimo a ese rincón del norte de esa provincia” definía Bioy Casares el recuerdo de un político de quien dijo fue “uno de los pocos honestos, aunque su gobierno fue malo. Quizá, por aquello de que de mortuis nisi bonum , algunos lectores me censurarán, y otros, no necesariamente radicales, se enojarán conmigo. Yo escribí lo que se me ocurrió sobre el doctor Illia, sin otra preocupación que la de ser veraz. Convendrá tal vez agregar que era alto, flaco y narigón, pero sin dudas, una gran persona”. Bioy Casares, tan auténtico y especial, como sincero.