Entre banderazos y símbolos de argentinidad: Messi y Gardel
Uno de nuestros ídolos populares nacía ayer hace 37 años en la populosa Rosario. El destino iba a depararle la mejor de las jugadas: “ser el número 1 del mundo del fútbol”. El otro, según las reglas del destino, era tocado por la muerte en Medellín, al estrellarse el avión donde viajaba. Ese era el Zorzal Criollo, Carlos Gardés o Gardel de acuerdo a los registros.
El Morocho del Abasto, símbolo argentino
El Mejor del Mundo de la redonda ayer en su cumple, saludó desde la ventana del hotel norteamericano donde se aloja el seleccionado nacional y seguramente, desde el cielo lejano y cercano a la vez, el franco-argentino estará tocando su guitarra, esgrimiento su potente voz tanguera, en honor al propio Messi y a la Albiceleste, de quien el Morocho del Abasto era “fana”.
Este lunes, a 89 años de su muerte, surgió un tenue homenaje a Carlos Gardel, cuyo arte trascendió las fronteras del país y se convirtió en un símbolo de la identidad argentina, donde su música y películas contribuyeron a la formación de la cultura porteña. En este nuevo aniversario, la Biblioteca Utopía honró su vida y obra, recordando no solo su incomparable contribución al tango, sino también su papel fundamental en la formación de la identidad cultural argentina. Gardel no sólo revolucionó el tango, convirtiéndolo en un fenómeno internacional, sino que también lo infundió con una narrativa que reflejaba las vivencias y cambios culturales de la sociedad argentina de principios del siglo XX. Su estilo único y su técnica vocal dejaron una huella imborrable en la música argentina y en la cultura popular en general.
Gardel, con su voz distintiva y su habilidad para interpretar el tango, dejó una huella imborrable en la música popular mundial y su influencia se siente hasta hoy. La figura de Gardel sigue siendo venerada y su legado es un testimonio de la riqueza cultural de Argentina y su contribución al mundo del arte. Su trágica partida en un accidente aéreo en Medellín en 1935 conmocionó a Latinoamérica y lo inmortalizó como leyenda.
Su figura sigue siendo motivo de estudio, interpretación y admiración, manteniendo viva la esencia del tango y la cultura argentina para las generaciones futuras. Gardel es más que un cantante; es un símbolo de la pasión y el espíritu que caracterizan a Argentina y su gente. Su música, que habla de amor, desamor y nostalgia, es un reflejo de la vida misma, con todas sus alegrías y tristezas.
Por el otro lado, está quien nos hizo feliz ganando desde mundiales juveniles, juegos olímpicos y mundiales en mayores. Él es simplemente un mago, un artesano moderno del fútbol actual. Los dos son y serán símbolos distintivos de argentinidad.
Banderazo a la americana. New York, New Jersey, lugares donde triunfó Gardel