Una Argentina desigual, que cambia todo el tiempo sus figuras políticas secundarias.
¿Tiene solución la crisis político-social y económica por la que atraviesa Argentina?
Por Rubén Omar Scollo
La pregunta es acerca de las soluciones posibles que pudiera tener nuestro país, debido a los problemas que se generan a diario en el gobierno actual. La respuesta es confusa, ya que hay muchos cambios, descrédito internacional y una oposición que tampoco ayuda (por obviedad al no ser gobierno, no toma decisiones) a “aportar ideas que conduzcan a una solución que brinde estabilidad”.
No obstante, el gobierno de Alberto Fernández, la vice Cristina y ahora Sergio Massa como “Superministro”… ¿aceptarían soluciones que vengan del otro frente? La respuesta sería: difícilmente. La credibilidad de la sociedad cuando ven que los precios aumentan dentro de una economía que constantemente perjudica a la clase media; con marchas y movilizaciones que afectan a los que trabajan, generan un combo de circunstancias, envueltas en conflictividad.
¿Se debe ayudar a quienes están en situación de plena vulnerabilidad? Por supuesto, con ayuda para los bolsillos que duren un tiempo determinado para luego reemplazar esa ayuda con trabajo genuino… ¿Y cómo debería hacer un gobierno que a medida que el tiempo transcurre pierde adherentes? Eso, ni el propio Alberto parecería saberlo. Dentro de quienes gobiernan, CFK es la que tiene mayor apoyo y sabría acerca de conveniencias, acuerdos y desacuerdos, pero ¿es su deseo que todo se solucione? ¿O sólo apunta a su condición personal y familiar en relación a sus causas?
Argentina no se merece, por los casi 48 millones de habitantes, por las PYMES que día tras día subsisten contra los embates de las cargas tributarias; por los escolares que aprenden menos con sistemas o políticas educativas que implementan cambios para no generar mejoras; por los que subsisten cada jornada con changas; por muchas razones…Argentina no se merece, que gran parte de una sociedad, no sea escuchada.
Todos, gobierno y oposición, de soslayo, observan el 2023 y en ese trayecto hacia las próximas elecciones hay enormidad de situaciones por resolver. Por el bien del país, la sociedad tal vez espera (o gran parte de ella) que los cambios den paz y tranquilidad en el mercado interno, en los bolsillos destrozados de los trabajadores que ya no llegan a fin de mes. La sociedad pide a gritos que no sólo la clase política internalice su mirada, sino que ponga su vista hacia lo que rodea a una cantidad (no todos por supuesto) de elementos en sus filas, que causan gastos excesivos, sin solucionar los problemas que aquejan a los connacionales.
El 2023 queda tan cerca como lejano y llegar bien, dependerá de un gobierno, que debería escuchar el termómetro de la verdad, y la verdad al no ser única; debería estar enfocada en solucionar los problemas de “todos”.