Extraña historia de reencarnación, de una egiptóloga inglesa
Extraña historia de reencarnación, de una egiptóloga inglesa
Extraña historia de reencarnación, de una egiptóloga inglesa
Extraña historia de reencarnación, de una egiptóloga inglesa

Extraña historia de reencarnación, de una egiptóloga inglesa

Por Rubén Omar Scollo

 

Dorothy Eady se dirigió hacia Egipto y esta era “supuestamente” su primera vez, aunque según sus extrañas sensaciones ella sabía que  había estado allí, sólo que  su vida anterior en las tierras del Nilo, podría haber tenido lugar muchísimos años atrás.

La historia comenzó cuando la niña Dorothy apenas tenía tres años de edad. En esa etapa de su niñez sufrió un terrible y nefasto accidente en la casa que la familia poseía en las afueras de la ciudad de Londres, en el Reino Unido de Gran Bretaña. Había caído escaleras abajo  y el médico que la atendió de urgencia había comprobado que la pequeña carecía de signos vitales. Desilusionado  apoyó el cuerpo sin vida de la pequeña  sobre la cama y acto seguido firmó el acta de fallecimiento. Claro que al instante y al comunicarlo a los padres tuvo que contener a esa triste familia.

Al ingresar una media hora después al dormitorio donde yacía la pequeña, una inquietante situación hizo que el pobre hombre no entendiera lo que sus ojos estaban observando. Sentada sobre un almohadón, la niña estaba jugando alegremente. Ella no supo nunca lo que había sucedido, en relación a su estrepitosa caída escaleras abajo.

Al año, su familia había llevado a la pequeña de cuatro años al Museo Británico y enorme fue la sorpresa de los progenitores cuando se dieron cuenta que al ingresar a la sala dedicada a Egipto, Dorothy había comenzado a besar los pies de todas las estatuas. Afirmaba “que esa era toda su gente y que ella quería regresar a su país o lugar de origen”. En verdad, luego de ver esa otra situación de extrema rareza, la familia comenzó a alterarse. Pero tiempo después ese tipo de fenómenos ya no se dieron con tanta frecuencia.

Dorothy Eady estudió egiptología en el Museo Wallis Budge, aprendió todo lo relacionado a jeroglíficos egipcios y en 1932 se mudó al país del norte de África para proseguir su vida cerca del Valle de los Reyes.

Años posteriores de haber arribado y siendo una jovencita se casó y tuvo un hijo al que llamaron Seti. Ella misma comenzó  por esos tiempos a  autoproclamarse en esas tierras tan queridas “como la reencarnación de una sacerdotisa”. El nombre que había elegido para el país adoptivo fue Omm Seti que significaba “madre de Seti”. Su tarea por aquel momento estaba ligada a cuidar el templo de Seti I en Abydos. Ella alegaba que en su otra vida había sido amante del faraón Seti, padre del gran Ramsés II. Luego se traslado con su pequeño hijo a las cercanías de Giza obteniendo el puesto de: asesora del Departamento de Antigüedades Egipcias, donde además de colaborar en numerosas tareas, se ocupó de traducir y de redactar documentos. Había sido la primera mujer funcionaria de Egipto.

A los dos años de trabajar en ese punto del país fue contratada por Salim Hassan, arqueólogo descubridor de la tumba de Khentkausi .  Dorothy fue la encargada de corregir y editar tres de los diez volúmenes que se imprimieron sobre el citado descubrimiento.

Esta mujer, altamente respetada por los egiptólogos de todo el mundo siempre se encargó de afirmar y de reafirmar, sus dichos sobre su antigua vida pasada como sacerdotisa. Pero lejos de lo que muchos sostienen o pensaron y piensan por estos días, en el Antiguo Egipto en verdad no aceptaban las creencias o las ideas sobre la reencarnación. El común denominador de los pobladores de ese país del norte de África, estaban convencidos acerca de la resurrección  y en la continuidad de la vida después de la muerte,  en otro mundo. El no “regresar reencarnados a la Tierra” no era parte de sus formas de poder imaginar a los seres humanos luego de cada partida.

Y Dorothy Eady (ya han pasado pocos días de un nuevo aniversario de su muerte), había fallecido un 21 de abril de 1981, precisamente en Abidos, Egipto. La vida de esta arqueóloga, investigadora y egiptóloga se recuerda en el ámbito europeo y africano. En el país de los grandes reyes, la comunidad científica la llegó a ponderar como una de las mujeres más emblemáticas y dedicadas a develar los misterios de la gran civilización que fuera epicentro de una etapa dorada de faraones y de rituales  cuasi-únicos en el mundo.