El artista plástico Quinquela Martín, en el aniversario de La Boca
El artista plástico Quinquela Martín, en el aniversario de La Boca
El artista plástico Quinquela Martín, en el aniversario de La Boca

El artista plástico Quinquela Martín, en el aniversario de La Boca

Un genio del arte en el aniversario de LA BOCA

 

 

Por Rubén Omar Scollo

 

Este sábado se festejó el 141 aniversario de La Boca, un barrio que recibió una valiosa cantidad de inmigrantes a finales del siglo diecinueve y  principios del XX. Italianos, en su mayoría provenientes de Génova, de allí lo de “xeneize” (que significa el gentilicio “genovés” en dialecto de esa región); japoneses, polacos, españoles, portugueses, griegos, entre otras colectividades. Y como los primeros que fueron llegando eran marineros, las casas se construían de madera y chapas, con restos de lo que traían luego de las travesías. La pintura era una mixtura de colores, ya que lo que les sobraba de lo utilizado en los barcos, servía para pintar y darle color a ventanas, puertas y paredes.

En ese ámbito tan especial no sólo había nacido el Club Atlético Boca Juniors, sino también el eterno rival River Plate. Claro que luego de un tiempo, el otro grande del fútbol, decidió que lo mejor era mudarse a Nuñez. Dentro de ese contexto de conventillos, la Vuelta de Rocha, el olor a tango y guapos de entonces; en ese barrio de trabajadores se había destacado tal vez, uno de los artistas plásticos más emblemáticos de nuestro país: Don Benito Quinquela Martín.

Quien escribe, a sus cinco años y  nacido en ese barrio porteño, tuvo la fortuna junto a su hermana dos años mayor,  de ser levantado en brazos por el pintor. Mi padre era un asiduo concurrente a su atelier ubicado en ese punto neurálgico de La Boca. El recuerdo que flota en  mi memoria era el de un señor cariñoso, amable por demás, que charló un buen rato con sus visitantes. En esa oportunidad, Quinquela, nos había regalado un hermoso libro (luego de grande recaería en la importancia del mismo) donde estaban retratadas algunas de sus obras prominentes. Años más tarde, varias veces le pregunté a mi progenitor cómo fue que se había contactado con el artista y él me respondía que: “Quinquela era tan amable y buena gente, que atendía a todo el mundo que hasta allí se llegaba y los colmaba de explicaciones acerca de sus trabajos, pero siempre de la manera más sencilla y humilde”. Porque él era así, un ser especial y agradecido de la vida. Y desde las 10:30 comenzó a celebrarse la fiesta del barrio donde la Fundación de Boca tuvo una participación especial. Desde talleres de armado de títeres y de alimentación saludable, partidas simultáneas de ajedrez y hasta el trabajo con porcelana fría con actividades de reciclaje; además de la participación de  más de 100 organizaciones del barrio y shows de 15 grupos musicales y de danza, se ofrecieron  en ese rincón de la Argentina. La Orquesta Xeneize tocó en un escenario preparado especialmente  para todos los vecinos apenas en horas.

No obstante los festejos, todos los presentes se encargan en diversas notas de reflejar a esa figura destacada (antes detallada) del artista plástico. Y es que Chinchella (ese era el apellido de su familia adoptiva), fue centro de una triste historia luego reparada, pero que nunca, jamás, dejó huellas amargas en su personalidad carente de malicia.

Según cuentan, apenas nacido había sido abandonado en la puerta de Los niños Expósito. Dentro de una canastita junto a una carta explicando las razones de ese triste hecho, se encontraba quien luego sería el afamado artista. Y recién a sus siete años sería adoptado por la familia que le dio todo. Ellos eran dueños de una carbonería, tan habitual como comercio en esa época.

Es decir, que se sabe que su nacimiento fue un primero de marzo de 1890, y que su nombre real era Benito Juan Martín, hijo de progenitores desconocidos. Quinquela Martín es considerado el pintor de puertos y es uno de los artistas más populares del país.​ Sus pinturas portuarias muestran la actividad, vigor y rudeza de la vida diaria de La Boca. Le tocó trabajar de niño cargando bolsas de carbón y dichas experiencias influenciaron la visión artística de sus obras.​

El genio boquense falleció a los 86 años de edad en 1977, exactamente un 28 de enero. Su luchada vida no contó con una educación formal. A pesar de haber estudiado pintura con el maestro de origen genovés Alfredo Lazzari, fue prácticamente un autodidacta. Su obra está encasillada en el área del arte del grabado y el muralismo; influenciada por el neorrealismo y los aspectos sociales. Un grande de nuestro país, que fue fiel ejemplo de la resiliencia.

Sus trabajos fueron exhibidos en varias exposiciones realizadas en el país y en el extranjero, donde logró vender varias de sus creaciones y otras tantas las donó. Con el beneficio económico obtenido por estas ventas, realizó varias obras solidarias en su barrio, entre ellas una escuela-museo conocida como Escuela Pedro de Mendoza.